Una mochila con miles de dólares que “desapareció”. Un hombre ocultado y apretado en una carpintería para que “cante” y entregue los billetes que se llevó y serían producto del narcotráfico. Privación ilegítima de la libertad en un domicilio de calles Necochea y Libertad, de Las Heras. Un golpe letal en la cabeza y ocultamiento del cadáver en el baúl de un auto que luego fue incendiado para intentar borrar todo tipo de pruebas.
La investigación por el asesinato de David Gastón Piroli (38) tuvo resultados positivos este viernes, cuando detuvieron al principal sospechoso de idear y ejecutar el acto mafioso, Omar Maximiliano Roggerone Ramírez, un hombre nacido el 8 de marzo de 1975 y que cuenta con una lista interminable de antecedentes judiciales. El año pasado salió de prisión.
El caso, que está en manos del fiscal de Homicidios Carlos Torres, está en pleno proceso investigativo. Policía Científica trabajó en la escena donde se logró la captura del sospechoso y levantó 20 indicios que servirán para determinar si, efectivamente, Piroli estuvo retenido en esa propiedad.
El teléfono celular de la víctima se transformó en una de las claves de la investigación luego de descubierto el homicidio, el miércoles 22 de junio.
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El cuerpo de Piroli fue hallado en el interior de su Ford Falcon que era consumido por el fuego en el cruce de San Martín y Santa Rita. Un ciclista fue quien detectó, en horas de la noche de ese día, las llamas entre unos yuyos a la vera de la calzada.
Al otro día, la víctima fue identificada en el Cuerpo Médico Forense. Presentaba un balazo en la cabeza y diferentes golpes en el cuerpo. Las marcas evidenciaron que, antes de ser ejecutada con el arma de fuego, fue torturada para que hablara. Y así nació la hipótesis de que se quedó con 50.000 dólares de una importante transacción narco.
Con el paso de los días, los detectives de la División Homicidios de Investigaciones llegaron hasta el celular de Piroli, un Motorola gris. El aparato estaba en manos de una mujer.
Allanaron su casa de calle Lisandro Moyano, de Las Heras, y lo incautaron. La dueña del aparato se convirtió en uno de los testigos más destacados del expediente: dijo que se lo había comprado a una amiga y marcó su domicilio. Justamente, quien comercializó el aparato fue una de las hijas de Roggerone. Así profundizaron la causa.
De la pesquisa surge que, horas después del asesinato, el sospechoso le dio el Motorola a su hija y este fue el primer paso para intentar esclarecer el hecho de sangre.
De esta forma, supieron que Piroli fue citado a la casa del sospechoso el miércoles 22 de junio y que en el encuentro participaron dos hombres y una mujer.
Esta última también es conocida de los sabuesos: está en pareja con uno de los tres detenidos por el crimen de Lucas Amarilla, “uno de los Canavis” del popular barrio Santa Teresita. La víctima fue atada en una silla y golpeada con un objeto contundente.
El joven también habría participado en los actos cuando torturaron a Piroli y fue “sorprendido” en prisión por los detectives antes de los allanamientos. Se trata de Jesús Sebastián Villalba (18), quien se transformó en uno de los acusados.
La causa tiene un testigo de identidad reservada, quien también fue determinante para armar el rompecabezas de sospechosos: de acuerdo con fuentes judiciales, aportó datos concretos de cómo fueron las últimas horas de la víctima mientras permanecía “secuestrada” en el taller de carpintería de Roggerone.
Policías de Investigaciones con años en las calles contaron a El Sol que Roggerone es un hombre conocido por sus robos agravados y sus portaciones de armas.
Pasó muchos años en la cárcel. Fue seguido por efectivos de la División Robos y Hurtos por integrar una banda de ladrones. “Un tipo duro. Lleno de tatuajes en el cuerpo y que generaba respeto”, describieron.
No sólo eso, descubrieron que su modus operandi de “apretar” a conocidos del hampa no era nuevo: de unas escuchas telefónicas realizadas hace unos años surgió que estuvo sospechado de una tentativa de homicidio en el barrio Santa Teresita –habría baleado a un hombre en el abdomen– mientras le exigía dinero por unos negocios.
La causa por ese hecho, de acuerdo con las fuentes policiales, no avanzó “por falta de decisión judicial”, revelaron los informantes; es decir, Roggerone nunca fue imputado por ese ataque.

Pasado complicado
Roggerone estuvo en la cárcel hasta el año pasado. Entre las causas que le iniciaron, se destacan robos y hurtos agravados, lesiones, infracción a la ley 23.737 (Estupefacientes), resistencia a la autoridad y encubrimiento, entre otros. En algunas fue condenado (hasta en la provincia de San Juan) y en otras terminó absuelto.
Al momento de su captura, el viernes por la mañana, destacaron desde Homicidios, nada pudo hacer. Lo sorprendieron y habló poco hasta que lo trasladaron hasta la Subcomisaría Iriarte. Luego de la acusación formal por homicidio agravado por ensañamiento, se ordenó que pase a prisión.
El descubrimiento
La noche del miércoles 22 de junio, un llamado alertó a la Policía a través del 911 sobre un vehículo que se prendía fuego en calles San Martín y Santa Rita, de Las Heras. Un ciclista describió que un Falcon rojo se encontraba en llamas entre unos matorrales.
Hasta la escena llegaron efectivos policiales y bomberos. Estos últimos iniciaron los trabajos para frenar el avance del fuego y descubrieron que en el interior del baúl del vehículo había un cadáver.
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La víctima se encontraba atada de pies y manos y presentaba una lesión en la cabeza. Recién al otro día por la mañana la identificaron mientras se realizaba la necropsia. Fue gracias a la patente del vehículo, WUF 301, que estaba a nombre de su ex mujer.
Se trataba de David Gastón Piroli, de 38 años, y padre de dos hijos. Este hombre tenía algunos antecedentes judiciales por violencia de género, robo y hurto y se lo mencionaba vinculado al mundo de las drogas.
De allí partió la hipótesis de que su muerte fue producto de transacciones narco y las importantes sumas que generaban.
