De tanto en tanto nos encontramos con grandes titulares en los principales medios de comunicación, donde funcionarios de primer nivel nos “explican” las razones por las que se podría haber evitado una serie ininterrumpida de catástrofes naturales tales como la caída de árboles, de casas por terremotos, de piedra por las habituales tormentas que dañan los cultivos o bien las inundaciones propias de la impermeabilización del piedemonte.
Dichos funcionarios prometen –tanto a los damnificados como a los municipios en donde estos residen– la próxima llegada de recursos extraordinarios destinados a financiar obras públicas salvadoras que, de ser construidas, nos evitarán en un futuro próximas catástrofes. Lamentablemente, cuando la noticia deja de ser noticia, las tapas y encabezados de los medios de comunicación dejan de ocuparse de lo acontecido y vuelven lentamente a la normalidad, esto es, el abandono de aquellas obras oportunamente prometidas.
Mendoza, de acuerdo a los hechos ocurridos en el pasado y que son de conocimiento público, seguramente es una de las provincias con mayor riesgo de sufrir contingencias climáticas que afectan la vida y bienes de sus habitantes. Por ello, me permito realizar esta crítica constructiva, desde mi perspectiva de lujanino acostumbrado a soportar los fenómenos que la naturaleza nos regala uno tras otro, observando que las obras de trasvase de las cuencas Maure y Papagayos a la cuenca Chacras de Coria, con su presa proyectada, no se ejecutan.
Los canales Tejo y Viamonte no se revisten y, simultáneamente, se urbaniza el piedemonte en forma peligrosamente desordenada y clandestina, pues se construye en cauces y se pavimentan cañadas, produciendo un trasvase de cuencas que afecta directamente la zona de Chacras de Coria, que se inunda cada vez más, a pesar de las pequeñas obras hidráulicas que entre vecinos y municipio hemos realizado. El año está perdido y las obras no llegaron como pensábamos iba a suceder.
Lo anterior, no obstante, no debe hacernos claudicar nuestros objetivos, muy por el contrario, debemos trabajar más que nunca en pos de lograr que todas las viviendas del departamento sean antisísmicas –erradicando las de adobe que se encuentren en mal estado– propiciando, en la medida de lo posible, que todos nuestros cultivos tengan la protección que la malla antigranizo proporciona. La próxima sanción de una ley de uso del suelo evitará las urbanizaciones sin planificación y control, las cuales, al presente, provocan escurrimientos de aguas de lluvia en sectores no deseados.