María Villalobos era tan sólo una adolescente cuando conoció a Carlos Aguilar, el hombre que se convertiría en el gran amor de su vida. Cincuenta años después, se vistió por primera vez de blanco y llegó a la iglesia de Uspallata junto a su marido para renovar sus votos en la Estanciera que tuvieron cuando era cero kilómetro.

La clave de mi matrimonio es seguir enamorada de él. Hemos tenido buenos y malos momentos, pero hemos compartido una vida de respeto y amor”, indicó la mujer, de 64 años, quien tenía unos 14 años cuando vio por primera vez a Carlos en el barcito donde trabajaba en el Valle de Uspallata.

Oriundo de San Juan, el hombre, quien hoy tiene 80 años, tenía 30 cuando se instaló en Las Heras. Era chofer de un camión que hacía la recolección de residuos y un día ingresó a tomar una cerveza a esa pulpería.

El flechazo fue inmediato y estuvieron un tiempo de novios hasta que dieron el sí por civil, el 14 de enero de 1972. Dos años después sellaron el pacto ante un sacerdote para poder bautizar a su hija María Alejandra. En ese momento y casi como un trámite, ella usó un modesto “vestidito celeste” ante la presencia sólo de los testigos y el cura.

“Tengo 7 hijos, 14 nietos y una bisnieta. Siempre nos preguntan cómo era nuestra vida y una de mis hijas me prometió que el día en que cumpliéramos nuestra boda de oro íbamos a hacer una fiesta”, contó María.

La sorpresa llegó el pasado 12 de febrero, cuando sus hijos le dijeron que se vistiera de gala con un reluciente vestido blanco porque iban a bendecir los anillos por el aniversario. Lo que no sospechaba era una gran ceremonia, ingresar al altar con su marido y jurarse amor eterno nuevamente.

Fue un homenaje de nuestros hijos. Jamás pensé que íbamos a llegar a este tiempo. Hemos luchado los dos juntos, hemos criado a nuestros hijos y lo hemos hecho a la par, los dos”, afirmó orgullosa.

Esa mañana, la Estanciera modelo 61 azul con franjas blancas estaba lustrosa en la puerta de la casa para llevarlos a la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Cuyo. De hecho, en las redes sociales comenzó a circular la imagen de los novios y su historia de amor.

“En ese vehículo hemos visto crecer a nuestros niños, hemos viajado  y ha permanecido con nosotros desde que nos unimos”, recordó María.Y se emocionó: “Llegar a la iglesia así fue un sueño. Sentimos una emoción tan grande… inolvidable”.

Tras bajar de la Estanciera, Carlos se colocó en su silla de ruedas y juntos marcharon hacia el altar. “Se accidentó un pie y fue un poco doloroso porque no pudo caminar a la par mía, pero como dijo una de mis hijas, es lo que nos tocó”.

Durante la ceremonia el cura no pudo más que felicitarlos por el ejemplo que estaban dando a las futuras generaciones. Luego de la bendición, la pareja festejó junto a su familia en un salón.

Sigo enamorada de mi marido. Siento que las parejitas de hoy no se casan con el suficiente amor, con el deseo de tener una casa e hijos. También es cierto que la situación económica es crítica y eso afecta”, señaló.

Para Carlos y María la clave de su exitoso matrimonio está en el diálogo y en el respeto. “Nos enojamos, pero lo hablamos, pedimos perdón cuando nos equivocamos. Compartir lo que se hace es importante y el respeto, sobre todo eso”, concluyó.