MÉXICO (EFE). El presidente de México, Vicente Fox, admitió ayer, en una entrevista con Efe, que el conflicto en la sureña ciudad de Oaxaca es un duro problema, pero negó que suponga la inestabilidad de todo el país, pues lo consideró de carácter local. A un mes exacto de traspasar su cargo al presidente electo, Felipe Calderón, el mandatario mexicano afirmó que el conflicto de Oaxaca lo heredará su sucesor “en el punto en que esté”.

    En la primera entrevista a un medio tras el despliegue de las tropas federales en esa ciudad –el fin de semana–, Fox defendió la actuación de las fuerzas del orden, las desvinculó de las muertes ocurridas y señaló que sus causas se investigarán en profundidad para que “caiga todo el peso de la ley” sobre los responsables. Los manifestantes, quienes han ocupado Oaxaca desde mayo en una protesta salarial que derivó en la petición de renuncia del gobernador estatal, Ulises Ruiz, culpan a la policía de la muerte de tres personas, mientras que la Comisión de Derechos Humanos denunció dos víctimas mortales. Fox negó que las fuerzas policiales estuvieran implicadas en estas muertes.