¿Será una estrategia? ¿Una sobreactuación que lo acerque o, mejor dicho, que no lo aleje del ciudadano común? ¿Un gesto por el cual la gente lo siga percibiendo y referenciando como uno más entre los suyos, pero que alcanzó el sillón más honorable de la institucionalidad provincial? Debe ser así y ojalá sea así. Porque, de lo contrario, importante sería la preocupación social por los estados de ánimo del gobernador Julio Cobos.
El “¡Me tienen harto!” que disparó el jueves ante los periodistas que le preguntaban sobre cuestiones de gestión encendió una luz de alarma sobre lo que interpreta el gobernador ante requerimientos de explicaciones, de aclaraciones varias, de pura información, al fin, lo que requiere la población sobre la administración del Estado y sobre lo que hacen o dejan de hacer quienes nos representan y en quienes hemos delegado, como sociedad, el honor de poner todo lo que tenemos bajo su tutela y criterio.
Por eso, si tal reacción no forma parte de una acción predeterminada y pergeñada por sus asesores de imagen para aparecer, precisamente, como lo más cercano a un hombre común, de entrecasa, indignado por las cosas mundanas que ocurren a diario, no se justifica tal estado de alteración en el líder.
Una de las preocupaciones más recurrentes de los hombres cercanos al jefe de Estado es que el roce con el máximo poder nacional no termine mellando el costado más favorable que lo diferencia del político tradicional: el don de gente y el sentido común.
Pero sus repentinas rabietas, cada vez más seguidas, ensombrecen una administración que, por lejos, se diferenciaría de las demás por el contacto y la llegada hacia la gente y, también, por su transparencia. Evidentemente, al gobernador le molestan algunos cuestionamientos que asume como agravios personales y sufre por las consecuencias de su relación y alineamiento directo con el presidente Néstor Kirchner, un plano puramente político y de estrategia de sobrev ivencia –por supuesto– política, que asumió en su lucha con el otro líder del radicalismo provincial, su inmediato antecesor, Roberto Iglesias. El gobernador, ya en su rol de fiel escudero del presidente modelo 2007, parece haberse mimetizado con el estilo del santacruceño.
Esa forma de reaccionar que tiene Kirchner ante las críticas de una oposición casi inexistente y de un sector del periodismo nacional que no ceja en su objetivo de develar y mostrar lo que se oculta –pese a las maniobras extorsivas de los hombres del presidente en el manejo de la pauta oficial de gastos destinados a publicidad– de alguna manera ha llegado a Mendoza y comienza a evidenciarse de varias formas, entre ellas, que se suman cada vez más áreas de gobierno en las que surge la necesidad imperiosa de dar explicaciones.
¿ÑOQUIS? ¿QUÉ ÑOQUIS? Días atrás, luego de una incursión que realizó el gremio de los estatales ATE por la Legislatura, volvió a ventilarse el fantasmagórico caso de los ñoquis en ese ámbito. Es notable que todo el mundo hable de ellos, incluidos los medios, pero nadie ha podido hasta el momento dar con un listado del personal que dependa de la Legislatura, de alguna de las cámaras, pero que no va a trabajar.
A los sumo, sale por allí algún caso de un adscripto, un profesional quizás desaprovechado en la Casa de las Leyes y que presta funciones en otro ámbito. Eso, en el mejor de los escenarios. Se cree que el número de ñoquis alcanza a 300 y es evidente que el pacto de silencio y los acuerdos interbloques funcionan aceitadamente. Porque, de analizarse a fondo el problema, todos saldrán embarrados. Esta semana ocurrió algo curioso allí.
Según parece, el 2 de octubre debía comenzar a funcionar el nuevo sistema de registro del presentismo del personal en las dos cámaras. La intención es mutar del viejo sistema de marcación de tarjetas a uno digitalizado que registra las huellas digitales de los empleados, incluso, hasta con el número de documento de cada uno. En el caso del Senado, el nuevo sistema registra las huellas de uno de los dedos de la mano; en el caso de Diputados, la palma de la mano.
A fines de setiembre, la Legislatura debía haber terminado el registro de todo el personal para implementar el nuevo sistema el 2 de octubre. No se cumplieron los plazos. Ni siquiera están todas las cámaras de circuito cerrado de TV en los lugares en donde ya están instalados los relojes, pero que no funcionan. Se habla de un acuerdo de las autoridades de bloques y de las cámaras para demorar la implementación: no saben qué hacer con los que figuran y no van a trabajar, unos 300, se calcula.
UNA OLLA ABIERTA EN TRIBUNALES. Y, para completar el espectro, una vuelta por la impoluta administración de la Justicia mendocina.No son pocos los contratados que esperaban que se cumplieran las promesas de la apertura de los concursos para tener una chance y acceder definitivamente a la familia judicial. Máxime luego del compromiso de transparencia que firmó la Corte con la comunidad mendocina seis meses atrás.
Y mucho más luego del informe alentador de la ONG Asociación por los Derechos Civiles sobre la situación del Poder Judicial mendocino.Grande fue la sorpresa cuando estas personas confirmaron que, para algunos, los niveles de transparencia son sólo declamativos.
La indignación y el malhumor sobrevuelan el palacio de Tribunales, a causa la creación (casi un invento) de cinco altos cargos jerárquicos dependientes de la Corte, con sueldos que van de unos 3.000 a 7.000 pesos. La creación de los cargos ha ido de la mano de la designación de sus responsables, sin que mediara concurso alguno e inequívocamente dirigidos.
Ellos son: un cargo de secretaría permanente y titular del tribunal de conjueces; dos cargos más en la secretaría legal y técnica y uno dependiente de la Procuración, más el de un administrador en la Dirección de Registros Públicos y Archivos Judiciales.
En uno de esos cargos es inminente la designación de la nuera de un alto funcionario judicial, cuya familia es famosa por integrar el staff de buena parte del Poder Judicial. Ayer, la Corte justificó a este diario cada uno de los nuevos cargos en medio de un marcado clima de nervios y explicaciones poco claras.