En épocas de crisis son muchas las personas que buscan alternativas para generar ingresos extras para un mejor devenir económico. En este contexto, en los últimos años se vio un pronunciado aumento de los mendocinos que utilizan algunas plataformas para vender contenido para adultos, ya que con escasos recursos técnicos se puede ingresar a un mundo que deja grandes dividendos.

Aunque la exposición puede traer algunas consecuencias negativas como filtraciones de fotos o acoso.

Una fuente de ingresos al alcance de la mano

Entre las las plataformas más populares se encuentran OnlyFans, que paga en dólares, mientras que Cafecito App y Matecito, las suscripciones son en pesos. Estas suscripciones se cobran principalmente a través de una billetera virtual muy popular en el país.

En la mayoría de los casos, las personas que deciden vender contenido de alto voltaje en las redes sociales no comienza de un día para otro, sino que es un camino que comienza en la búsqueda de aceptarse y sentirse bien con uno mismo.

“En un principio comencé a crear contenido para mí, porque me ayudaba a sentirme linda y con mejor autoestima. Cuando entendí que, en realidad, se podía ganar muy bien vendiendo esas fotos, quise intentarlo, me costó al principio porque me daba mucha vergüenza, pero con el tiempo empecé a ver que se normalizó bastante y había muchas chicas que lo hacían”, expresó una de las mendocinas consultadas por El Sol cuyo nombre de fantasía es Baby28.

La joven señaló que en la primera semana que se creó una cuenta en una de estas plataformas, llegó a ganar “cien mil pesos, después de eso el margen disminuyó, sin embargo, deja muy buen dinero si sos una persona activa y con buenas ideas para crear”.

Esta forma de ganar dinero sin la necesidad de depender de un empleador o de horarios fijos de trabajo, transforma a este tipo de sitios como una salida para muchos jóvenes que buscan un mejor pasar financiero.

“Nadie se levanta un día y dice ‘hoy voy a vender contenido’. Es más bien un proceso. Se comienza subiendo fotos que, para algunos, resultan eróticas, pero en realidad tiene más que ver con sentirse plena con una misma. Hasta que un día llega alguien y te dice: ‘Viste qué fulana cobra por fotos parecidas a las que subís vos’. Ahí te das cuenta de que puede haber un buen negocio”, explicó Agus, otra joven mendocina que fue parte de la industria del contenido para adultos durante más de un año.

Los jóvenes que ingresan en la venta de contenidos, en su mayoría, combinan un trabajo estable, con los ingresos extras que pueden conseguir dentro de esta plataforma.

Baby28, por ejemplo, trabaja en atención al público en una tienda de indumentaria, mientras que Agus tiene un emprendimiento dedicado a la estética de las uñas.

El morbo de las personas conocidas

La mayoría de los consumidores de este tipo de contenido compran “packs” a personas que conocen, ya sean personalmente o tan sólo de vista. “Los consumidores quieren ver fotos de personas reales, que se puede cruzar en la calle y fantasear con algo que pueda pasar en la realidad”, aseguró Baby28.

Juan Aguilera es fotógrafo, se dedica a realizar portfolios de contenidos para adultos y aseguró que las fotos se piden prácticamente sin edición. “Se busca mostrar cuerpos reales, son fotografías crudas, sin edición. Las chicas y chicos que venden contenido para adultos saben que la mayoría de sus compradores son personas que los conocen. Saben que lo que quieren es verlos a ellos tal cual son”, aseguró.

Además, agregó que “existe un morbo muy grande con ver fotos íntimas de personas conocidas. Saber que un vecino o alguien del barrio comparte fotos íntimas es sin dudas el mayor atractivo de estas plataformas”.

Sesiones de fotos y fetiches

Juan explicó que en una sesión de fotos se hacen entre 500 y 800 tomas, de las cuales se eligen entre 100 y 150 para vender.

“En la provincia somos dos o tres los que nos dedicamos a esto. Hay una movida muy grande de chicas y, en mucha menor cantidad, de chicos que se animan a esta industria”, explicó.

“Se usa mucho alquilar un reservado, ya que cuenta con una ambientación acorde con las fotos, además de que proporciona la privacidad necesaria. Los valores de las sesiones, dependiendo el lugar donde se hagan las fotos, van desde los 3.000 a los 20.000 pesos“, señaló Juan e indicó que lo que más vende son las imágenes con lencerías de mucho encaje, cadenas, sogas, esposas y arnés. Y lo que llama la atención es que también se pide mucha foto de pies.

Sexualización de la cultura

Valentina Arias es comunicadora social especializada en sexting y aseguró que este fenómeno tiene como explicación un posible origen: la sexualización de la cultura que tiene que ver con la normalización de contenido explícito en nuestra vida cotidiana.

“La creciente visibilidad de contenido sexual en nuestra cotidianeidad, tanto en las representaciones mediáticas, redes sociales, los contenidos sugerentes son cada vez más normales, debilitando las regulaciones que limitaban las exposiciones y que en otro momento eran considerados obscenos, hoy dejaron de serlo”, explicó la especialista.

Una problemática que genera la venta de contenidos es que, debido a sesgos culturales y sociales, la forma en la que se percibe a los vendedores de contenido depende muchas veces de factores condicionantes.

“No todos los cuerpos son sexualizados de la misma manera. Una imagen sexual de una mujer blanca, joven, heterosis, linda, tiende a percibirse como liberada, empoderada, mientras que una imagen sexual de una persona de sectores populares, por ejemplo, tiende a percibirse como promiscua y que se encuentra en constante riesgo”, indicó Arias.

En este sentido, hay estudios recientes sobre la plataforma OnlyFans que aseguran que la mayoría de las personas que venden contenido sexual en la plataforma son mujeres heterosis, jóvenes, de entre 18 y 25 años, con niveles educativos altos.

“En las mayorías de los países, entre las 10 primeras de las más exitosas son mujeres hegemónicamente lindas, es decir, delgadas pero voluptuosas, que han triunfado en otros medios y trasladan esa fama a la plataforma”, apuntó la especialista.

Riesgos ocultos

Si bien el dinero que se puede generar provoca que muchos se animen sin pensarlo dos veces, hay recaudos que se deben tomar para mantener un nivel alto de seguridad. Muchos de los contenidos que se suben a internet termina siendo contenido público, ya que llega un punto que se hace prácticamente imposible eliminar todos los registros de la web.

Arias explicó que el principal riesgo surge de las posibles filtraciones de contenido, ya que pueden terminar afectando la vida personal y laboral de los vendedores de contenido. “Una persona puede compartir sus imágenes sexuales de manera privada y controlada, pero eventualmente puede viralizarse, afectando la vida personal, social y laboral”, dijo.

Esto puede afectar a aquellas personas que utilizan las plataformas y buscan mantenerse en el anonimato y no revelar su identidad. Además, el hecho de que las promociones de estos contenidos se realiza generalmente en las redes sociales personales, pueden llevar a que se sufran acosos por parte de personas anónimas.

Otra realidad es que muchas de las personas que incursionan en este rubro lo hacen como algo temporal y las filtraciones pueden encasillarlos y sacarles posibilidades.

“No creo que pueda hacerlo para siempre. Ciertamente, es fastidioso que te conozcan por ser la que vende Cafecito y que te juzguen cómo persona antes de conocerte. Por el momento está bien, pero no es algo que me gustaría hacer durante mucho más tiempo”, indicó Baby28.

Eliminar los prejuicios

“No es subir una foto y nada más. Hay mucho trabajo y muy serio detrás de esto. La gente tiene que entender que esto no es nada malo ni se le hace mal a nadie, sino que es una forma digna de generar ingresos”, explicó Juan.

En el mismo sentido, se expresó Baby28: “El tema de la sexualidad todavía es un tabú en ciertas personas. La crianza tiene mucho que ver. A mí me enseñaron que no tengo que mostrar de más y tengo que ser recatada en todo sentido. A pesar de esto, cuando fui creciendo aprendí y entendí que haga lo que haga merezco respeto porque todos lo merecemos. En lo que hago no lastimo, ni perjudico a nadie. Pero la gente hay que piensa diferente, no lo entiende”.

Finalmente, Agus comentó que “es más fácil juzgar a quien vende contenido que al que lo consume. Hay mucha hipocresía en eso. El respeto va más allá de lo que hagas en el día a día”.