Los amantes de la adrenalina en altura hoy se inclinan por el parapente y el paracaídismo, lo que hacen del ala delta un deporte en peligro de extinción en Mendoza. En la actualidad, la actividad es practicada únicamente en nuestra provincia por el cultor Armando Furlani.
¿Qué es el ala delta?
Un ala delta es una aeronave construida con tubos y tela, que vuela sin motor y levanta el vuelo a pie, sin necesidad de ruedas, ya sea desde una montaña o remolcada con un cable.
El piloto viaja con un arnés de seguridad sujeto a una barra que puede situarse delante o a los lados, y dirige el conjunto desplazando el centro de gravedad. Los vuelos pueden ser individuales o en pareja gracias a la existencia de modelos biplaza.
Son planeadores que pesan entre 22 kg. y 40 kg. Se coloca en el piso, se abre y se despliegan las alas, una vez desplegado, ocupa un área de 10 metros aproximadamente. Hay un sistema de poleas que se tensa para darle tensión al ala y queda preparado para volar.
Para volar este tipo de aparatos, los pilotos utilizan un arnés, que suspende al piloto para poder volar acostado. Como seguridad, el piloto lleva un paracaídas de emergencia. Hay que despegar con el viento completamente de frente. Para aterrizar se necesita un campo de 500 metros.

Furlani, el sobreviviente
Armando Furlani, de 63 años, es quien mantiene el ala delta mendocino vivo. “Soy el único que queda, pero este es un deporte que comenzó a practicarse en Mendoza en 1976. Yo empecé en 1981 y soy un cultor del deporte, no un competidor”, comentó.
Sus profesores fueron Enrique Maurín y Eduardo Yaqui. Y, según comentó, sus inicios fueron en “un cerrito escuela que ahora lo tiene Daniel Vila, ahí se practicaba históricamente”.
Los que iniciaron la actividad en nuestra provincia, e instruyeron a los primeros aladeltistas de Mendoza, fueron un alemán, Hans Muller, y un belga, Johan Byttebier. “Al principio eran alas muy simples: dos caños y la tela, sin ningún elemento adicional”, contó Furlani.
Y añadió: “El cultor principal del aladeltismo fue el Tato Vargas, quien ya no vive. Él fue uno de los grandes competidores. Otro buen competidor fue Carlos Rodríguez, pero ya no compite más”.
“El ala delta fue el primer artilugio con el que el hombre trató de volar. Es lo más parecido al vuelo de las aves”.
Actualmente, Emilio Apiolazza está haciendo sus primeros pasos en el ala, pero “por lo complejo que es aprender, la gente se inclina por el parapente. Después sí se les dificulta cuando los climas son más complicados”.
En tanto, también remarcó que actualmente la actividad se realiza de lleno en “el Cerro Arco”.

Diferencias entre ala delta, parapente y paracaidismo
Tanto el parapente como el paracaidismo y el ala delta, son deportes en los que uno cae y se desplaza con el viento. Sin embargo, lo que cambia es la “tasa de caída”, que es la cantidad de metros que uno cae, en función de los que avanza. Estos son mayores en el paracaidismo, después el parapente y el ala delta tiene menores tasas de caída.
“La más rápida es el ala delta, tiene ventajas con respecto a que puede enfrentar mayores turbulencias y se mantiene armada. En, cambio el parapente tiene el problema de que se desarma y después no se sabe para dónde sale”, remarcó Armando.
“La ventaja del parapente con respecto al ala delta es que el aprendizaje es más sencillo, pero cuando los días son más difíciles, se necesitan mejores pilotos. El ala delta tiene mayores dificultades de aprendizaje y los problemas se dan, principalmente, en los despliegues y en el aterrizaje”, agregó.
En cuanto al tiempo de vuelo, contó que pueden ser de varias horas: dos, tres y hasta cuatro. “Estos elementos caen todo el tiempo. Tenemos dos fuentes: una es la dinámica, que es el aire que pega contra la montaña y sube; y, la otra es la térmica, que es cuando se calienta el aire y, por diferencia de densidad, sube, lo que genera una especie de torbellino que permite poder mantenerse o ascender a 4.000 metros en esta zona de cordillera. El tiempo de un vuelo pueden ser de dos, tres o cuatro horas”, explicó.