Otra vez Los Canavis. La banda de jóvenes dedicada a la venta de drogas y a generar terror en los vecinos de diversos barrios, principalmente en el Santa Teresita, de Las Heras, quedó en la mira de los investigadores judiciales y policiales luego del crimen del joven futbolista Lucas Amarilla, quien recibió un disparo letal mientras se encontraba con un grupo de personas de su entorno el domingo durante la madrugada.

El hecho ocurrió después de la 1 y tuvo otros dos heridos de arma de fuego, quienes lograron salvar su vida de milagro. Entre ellos se destacan una mujer que ese día cumplía 36 años y un primo de la víctima fatal, de 17.

La mayoría de los integrantes de Los Canavis –quienes ganaron popularidad en el 2014 por sus enfrentamientos con sus rivales Los Jamaicas para ganar territorialidad en el citado y otros barrios como el Sismo V, 26 de Enero, Independencia y Espejo, por citar algunos– cayeron esposados gracias a las investigaciones policiales y judiciales que se iniciaron por comercialización de drogas y por hechos de sangre.

Pero, no todos terminaron condenados. Algunos volvieron a las calles y continúan participando en diversos tiroteos y sembrando malestar por las noches.

Justamente, uno de los testigos marcó al famoso Macaco, de Los Canavis, como uno de los sujetos que disparó contra el grupo de personas en el que se encontraba Amarilla.

Si bien se reserva su identidad porque no ha sido detenido ni imputado, este sujeto ha sido aprehendido varias veces por diversos hechos y acusado hasta de un doble crimen a fines del 2019 en Las Heras, pero no se comprobó su participación.

Ver también: Bronca por el crimen del joven futbolista en Las Heras: la mira puesta en Los Canavis

Para los detectives de Homicidios de Investigaciones que trabajan a disposición del fiscal Carlos Torres, la versión principal apunta a que los disparos tenían como destino a la mujer que se encontraba con Amarilla y otros jóvenes que buscan ser identificados. Y el móvil podría estar relacionado con la comercialización de drogas y la rivalidad que esto genera entre las bandas que allí predominan.

Si bien la hipótesis agrega que Amarilla no tenía nada que ver con estos enfrentamientos, policías consultados por El Sol revelaron que se encontraba con Andrea Soledad Lera, la fémina que pasa sus días con detención domiciliaria por infringir la Ley 23.737.

Lera es conocida por los detectives provinciales que trabajan casos de narcocriminalidad. La vinculan con la venta de estupefacientes en pequeñas cantidades y relacionada con narcos de poder.

Justamente, fue procesada por el juez Federal Marcelo Garnica en una causa por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización que se inició luego de ser detenida en su casa el 25 de junio del año pasado con una importante cantidad de marihuana y cocaína.

Ese día, más de 200 policías de distintas áreas irrumpieron en distintos domicilios del Santa Teresita y secuestraron estupefacientes, dinero en efectivo que sería producto de las ventas y elementos que serían robados. Una de las casas allanadas fue la de Lera.

A la mujer le hallaron en una bolsa de nailon un ladrillo de marihuana envuelto en cinta de empaque color marrón y cien envoltorios de esa misma droga fraccionada, que pesaron casi 800 gramos; 37 envoltorios tipo raviol que contenían en su interior cocaína y 16.700 pesos.

Quedó presa y terminó procesada con el paso de los días. Sin embargo, a los pocos meses salió de la cárcel gracias a que la Cámara Federal de Apelaciones de la provincia hizo lugar un pedido de detención domiciliaria de la defensa.

Básicamente, los jueces Gustavo Castiñeira de Dios, Alfredo Porras y Juan Ignacio Pérez Cursi entendieron el 15 de octubre que la mujer tiene hijos pequeños y debían estar bajo el cuidado de su madre.

Para los efectivos que trabajan en la causa por el crimen de Amarilla, un grupo de jóvenes buscó atacar a Lera mientras estaba cerca de su domicilio. 

La reconstrucción sostiene que el joven futbolista –jugó en los clubes Real Mendoza y Maipú– salió con un primo de 17 años de la casa de su hermano Nicolás después de las 1 y llegó hasta donde se encontraban Lera y otras personas. Por causas que son motivo de investigación, desde los techos de algunas casas comenzaron a disparar contra el grupo de gente.

Los testigos señalaron que Amarilla nada tenía que ver con estos personajes y que recibió dos balazos: uno en el cuello, que salió por su pómulo izquierdo, y otro en la nuca.

Su primo menor de edad también resultó lesionado: constataron herida de bala en el cráneo y zona maxilofacial. Quedó internado en el Hospital Central y el domingo se encontraba estable y consciente, aunque le iban a realizar una tomografía.

Por su parte, Lera, nacida el 26 de junio de 1986, también fue asistida por herida de arma: un plomo le rozó el cuero cabelludo.

Después del ataque, las víctimas fueron trasladadas hasta el Hospital Carrillo. Allí se constató el deceso del joven de 21 años.

El hermano de la víctima y su madre hablaron con este diario horas después del hecho y exigieron justicia.

Aseguraron que Lucas nada tenía que ver con los problemas de la barriada y que los autores del tiroteo “se equivocaron” al dispararle a él. “Lucas se la comió de arriba. Mataron a un inocente”, dijo su hermano de 29 años.

Por su parte, la mamá del chico detalló que la policía sabe quiénes son los delincuentes que operan en la barriada y concluyó que iba a llegar “hasta las últimas consecuencias” para que el caso se esclarezca