No fue un asalto al boleo. Se trató un golpe totalmente planeado. Los autores del asalto que terminaron este jueves con la vida del dueño del lubricentro Penta de Guaymallén tenían el dato de que en la casa había dólares y pesos porque la víctima había comprado moneda extranjera en las últimas horas para irse de vacaciones. Así lo declaró informalmente una de sus hijas, también víctima del asalto, a los primeros policías que llegaron a la escena cuando ingresó un llamado al 911 para advertir sobre un grave hecho de inseguridad.
Actuaron cuatro malvivientes y tres portaban armas de fuego -uno esperaba afuera de la escena al mando de una camioneta Chevrolet S10 gris– y abordaron directamente a la hija y a un empleado del dueño del local ubicado sobre calle Mitre 2118 casi Mathus Hoyos de San José, identificado como Norberto Martín Salzmann, de 51 años, quien terminó siendo asesinado en su casa, que está conectada al comercio.
Le exigieron el dinero pero casi no le dieron tiempo de reacción: ofreció algo de resistencia cuando advirtió que su hija estaba siendo amenazada de muerte pero recibió un fierrazo en la cabeza y luego un balazo en el tórax. Murió prácticamente en el acto. El arma utilizada fue una pistola calibre 9 milímetros. Una vaina fue levantada en la escena.
La banda trabajó en la planificación del golpe porque tenía en claro el botín que iba a buscar, creen los detectives de Homicidios que comenzaron a trabajar a las órdenes de la fiscal Claudia Alejandra Ríos después del ingreso de la novedad, pasada las 15.20.
El miércoles y también este jueves por la mañana, reconstruyeron los pesquisas gracias al aporte de algunos testigos que hablaron consternados con ellos, dos hombres llegaron hasta el local comercial para realizar movimientos cambiarios. Este dato se transformó en la primera hipótesis a seguir para intentar identificar y encontrar a los autores del golpe fatal.
Cada paso de los homicidas también fue materia de análisis porque quisieron dejar la menor cantidad de rastros posibles que lleve a su paradero. Actuaron durante la siesta, cuando el movimiento comercial y vehicular de la zona era mínimo, utilizaron un vehículo robado un día antes, llevaban guantes y dañaron parte del circuito de cámaras de seguridad del local comercial.

Después de ejecutar de un disparo en el pecho a corta distancia a la víctima, quien ofreció resistencia cuando los malvivientes amenazaron de muerte a una de sus hijas, escaparon en el vehículo y lo prendieron fuego a menos de un kilómetro de la escena para borrar cualquier tipo de pruebas que los vincularía con el asesinato.
La Chevrolet fue hallada media hora después en el barrio Capilla de Nieve, cercano al barrio Lihué, mientras era consumida por el fuego. La gavilla escapó con una caja fuerte con dinero en efectivo (dólares y pesos) hacia el sur y abandonó el vehículo para luego prenderlo fuego. Hasta ese lugar también fueron los sabuesos para buscar testigos e identificar sectores con cámaras de seguridad en viviendas particulares y públicas en domos cercanos para conocer el trayecto que realizaron.
Lo cierto es que Salzmann fue asesinado en su casa, detrás de un gran portón negro. Los malvivientes ingresaron por el local, que tiene su frente hacia el Este, y amenazaron a todos los presentes. También había –al menos-un empleado. Esa propiedad estaba conectada con el negocio. En el domicilio amenazaron a una de las hijas y en ese momento comenzó un forcejeo que terminó siendo fatal.
