Uno fue capturado en una plaza de San Salvador de Jujuy en la noche del miércoles 27 de diciembre del año pasado. Trabajaba de quiosquero y era ocultado por un familiar directo. El otro cayó el jueves 5 de enero en una de las villas más populares de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), la 21-24, bancado por barrabravas de Barracas Central y Deportivo Morón. El tercero se entregó en el Polo Judicial el pasado 14 de febrero luego de hablar con este diario y asegurar que era inocente del conmocionante hecho que le endilgaban. En este último caso, un juez le dio la razón.

Se trata de Ricardo Javier Andrada (30), Gustavo Maximiliano Rivero (27) y Juan Ángel Andrada (27), los últimos tres detenidos que tuvo la causa por el crimen durante un asalto del empresario frutihortícola Emilio Giménez, quien recibió un balazo letal en la tarde del 15 de setiembre del año pasado durante una emboscada en Villa Nueva, Guaymallén. El trío enfrentó el martes 4 de este mes la audiencia de prisión preventiva en el edificio ubicado hacia el oeste del complejo Boulogne Sur Mer, en Capital.

El fiscal de Homicidios Carlos Torres entendió que los hermanos Andrada y Rivero estaban seriamente comprometidos con el hecho de inseguridad que terminó con la vida del hombre de 49 años, cuando intentaron sustraerle 6 millones de pesos entre moneda local y dólares. Y para eso presentó todas las pruebas frente a las partes.

El juez Sebastián Sarmiento escuchó atentamente los argumentos del fiscal y pasó a un cuarto intermedio hasta este jueves, día en que dio a conocer un veredicto que no dejó del todo conforme a la familia de la víctima: entendió que los dos primeros sospechosos deben continuar en la cárcel mientras el Ministerio Público cierra la instrucción por el caso, es decir, dictó la medida cautelar que afecta la libertad contra ellos. 

Sin embargo, para el magistrado, no se ha podido comprobar que Juan Ángel Andrada haya estado en la escena del crimen de Giménez y lo desligó del ataque. Sí le dictó la preventiva por otro hecho de inseguridad perpetrado dos semanas antes del crimen y por eso seguirá en la penitenciaría.

De esta forma, los dos citados corrieron la misma suerte que los primeros detenidos que tuvo la causa, Cristian Willy Rivero (padre de Gustavo y capturado un par de días después del hecho en Godoy Cruz) y Walter Corcho Sáez, quien cayó en las redes policiales en la provincia de Chubut el jueves 10 de noviembre.

Este último es señalado por fuentes carcelarias que hablaron con El Sol como el autor del disparo contra Giménez. Ambos se encuentran con prisión preventiva dictada por el mismo magistrado.

Así las cosas, por ahora la instrucción por el asesinato del empresario está encaminada para que llegue a juicio con cuatro detenidos. Sólo presenta una piedra en el zapato, y tiene nombre y apellido: Maximiliano Andrés Martínez Llaneza.

Este joven nacido el 16 de noviembre de 1999 y domiciliado en el barrio Parque Urquiza de Guaymallén, fue el primer identificado de la causa gracias a un cotejo genético que lo ubicó en la escena pero se ha transformado es el último integrante de la presunta banda que resta capturar.

A fines del marzo, el Ministerio de Seguridad elevó a 1.350.000 pesos el monto de la recompensa para aquellas personas que aporten datos certeros que lleven a la individualización, detención y enjuiciamiento del sujeto, pero, por ahora, las pruebas para encontrarlo son escasas.

En el expediente que lidera Torres existe un informe de la División Homicidios de Investigaciones que apunta a la hipótesis de que se fugó del país con la ayuda de un camionero amigo de su padre. Debido a esto, tiene pedido de captura internacional y figura en las alertas de Interpol.

Las pruebas

En la audiencia inicial, Torres habló de cada una de las pruebas que complican a los imputados y explicó por qué deben continuar en la cárcel. Entendió que existe riesgo de fuga (por la pena que arriesgan en caso de ser hallados culpables en un juicio por jurados) y entorpecimiento de la instrucción si acceden a algún beneficio como la detención domiciliaria.

Sobre los hermanos Andrada dijo que debían seguir presos, debido a que hallaron material genético en las camionetas que utilizó la banda para emboscar a la víctima, las que quedaron abandonadas en dos escenas minutos después del ataque: una donde mataron a la víctima (Padre Manzano y Jorge Newbery) y la otra, en calles Colombia y Sarandí del mismo departamento.

Cuando Policía Científica trabajó en los vehículos Toyota RAV 4 gris y Jeep Renegade blanca en busca de indicios, encontró rastros para cotejar con las muestras incorporadas en el laboratorio de ADN provincial, creado para que contribuya al esclarecimiento de hechos criminales y que cuenta con los datos de condenados y procesados provinciales.

En la puerta trasera izquierda de la Renegade había un par de gotas de sangre. Y de la RAV levantaron material genético de un guante de trabajo y un barbijo, la palanca de cambios y el volante.

El resultado de la comparación en el laboratorio forense provincial no tardó en llegar. Los rastros hemáticos pertenecían a Maximiliano Martínez Llaneza. Por su parte, los hermanos Andrada tenían su ADN en el resto de los materiales hallados en la otra camioneta.

Justamente, Sarmiento entendió que el perfil hallado en el guante y el protector facial no eran prueba suficiente para demostrar que Juan Ángel Andrada estuvo en la escena, contrariamente a los rastros hallados en las dos citadas partes del vehículo, que pertenecían a su hermano mayor.

Debido a esto, Juan Ángel podría ser desvinculado del hecho con un sobreseimiento porque el fiscal no apelará la resolución del juez de primera instancia.

Más allá de eso, Sarmiento ordenó que el joven de 27 años continúe detenido por el robo de una camioneta 16 días antes del crimen de Giménez. La investigación de hecho, ocurrido el 30 de agosto, sostiene que Juan Ángel Andrada robó una Toyota Hilux sobre calle Amado Nervo, a metros de la intersección con Cobos de Guaymallén, y dejó sus rastros impregnados en el volante, tal como publicó este diario.

En tanto, Gustavo Rivero también está comprometido con el hecho desde las primeras horas. Para el fiscal Torres fue uno de los integrantes de la banda (junto con su padre y un hombre NN) que realizó los trabajos de inteligencia y seguimiento de la víctima desde su lugar de trabajo –la Feria de Guaymallén– hasta la zona donde le cortaron el camino. Cámaras de seguridad el predio ubicado sobre calle Sarmiento fueron determinantes para conocer sus movimientos.

Ejecutado

Emilio Giménez estaba casado y tenía dos hijos. El jueves 15 de setiembre durante la siesta, salió de sus puestos de la feria en su Amarok blanca con dirección a su casa. Transportaba millones de pesos y dólares en una mochila, pero nunca llegó. Una banda que tenía el dato del traslado del dinero lo siguió y luego lo asaltó durante una emboscada.

Dos camionetas de alta gama (luego se supo que eran robadas) le frenaron el paso. Una se colocó delante y la otra, detrás. Giménez, que hablaba por teléfono con un amigo, alcanzó a decir que estaba sufriendo un hecho de inseguridad. Cortó la llamada. Aceleró marcha atrás e impactó de lleno contra la Toyota para luego incrustarse en una casa.

Uno de los malvivientes, que llevaba una pistola calibre 22, disparó dos veces para intentar que la víctima entregara el dinero: uno de los plomos impactó en el capot de la Amarok y otro atravesó el brazo izquierdo de Giménez. Siguió su recorrido y dañó su corazón. Murió a los pocos minutos y la banda de asaltantes escapó en la Renegade sin llevarse el dinero.

La escena en calles Newbery y Manzano. La víctima, Emilio Giménez.