¿Seguirá teniendo vigencia aquello de que el ladrón de gallinas va preso y el que roba un millón de pesos continúa libre? El Gobierno, aparentemente, ha implementado medidas para lograr que el reparto de riquezas sea, en lo posible, más equitativo. No quiero pensar que, en lo referente a los impuestos, se les está traspapelando el libreto. ¿Seguirán los “señores” en sus castillos con puentes levadizos como hace siglos y los no pudientes viendo cómo les arrebatan las ganancias como en las películas épicas, en las que los agentes públicos, con corazas y a caballo, se llevaban cosechas, animales o bienes de uso? Hoy, esos servidores con cascos y escudos reprimen a los que pretenden justicia.

     Tal parece, que las actitudes injustas, de una manera más actual, siguen impunes. La economía “es la ciencia que se ocupa de la distribución y producción de bienes y servicios”. El interminable desfile de figurones elegidos o impuestos en el Ministerio de Economía siempre se ha caracterizado por estar en una burbuja, lejos de la realidad. Parecen buenos alumnos de universidades del primer mundo, quienes aplican fórmulas para los poderosos. Compatriotas: como se dice en el campo,”no les perdamos pisada”. De lo contrario, cual zorros con las llaves de los gallineros repetirán la clásica de que el hilo se sigue cortando por lo más fino. Creo que es un sistema perverso que no es fácil cambiar, pero sí es urgente que se lo mejore. Es una obra en la que tiene que primar la solidaridad y el sentido común.

     De esta manera, los voraces e inescrupulosos perderán la vigencia que hoy parece que los protege y favorece. De lo contrario, tomará forma aquello de que el que desenfunda primero el arma sobrevive. ¡No lleguemos a los extremos brutales que observamos en muchos lugares del mundo! La justicia puede promocionar la paz; la injusticia, la violencia. Nadie puede ser ajeno a esta reflexión.