“Anatomía de un escándalo”, que se puede ver por Netflix, está basada en la novela homónima de Sarah Vaughan y fue creada, producida y guionada por David E. Kelley y Melissa James, quienes idearon otros éxitos como Big Little Lies. 

La serie transcurre en Londres. James Whitehouse (Rupert Friend) es un reconocido ministro parlamentario del gobierno, amigo íntimo del Primer Ministro. Su mujer es Sophie (Sienna Miller) quien comparte con él y sus dos hijos una vida de sosegado privilegio, hasta que una denuncia de violación sacude al matrimonio y amenaza gravemente la carrera política del funcionario.

Olivia Lytton (Naomi Scott), una joven asistente de Whitehouse, es quien acusa de violación al parlamentario. Durante el juicio ella admite que ambos han tenido un amorío durante los últimos cinco meses pero que en su último encuentro él la violó en un ascensor.

La serie juega mucho con los flashbaks y viaja al pasado de este político en sus años como estudiante en la Universidad de Oxford. Allí James forma parte del Club de los Libertinos junto a un grupo de compañeros entre los que se encuentra Tom Southern (Geoffrey Streatfield y Jack Simmance en las distintas etapas de su vida), primer ministro del Reino Unido en el presente de la narración. Estos libertinos (un grupo formado exclusivamente por varones) no hacen más que generar desmanes y destrozos, mientras se emborrachan y consumen sustancias tóxicas.

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Este club toma como punto de partida al Bullingdon Club de Oxford que fue creado en 1780 como un club de caza y cricket. Cien años más tarde esta agrupación viró hacia un círculo que se juntaba a beber y comer, y se volvió más exclusivo: sólo eran miembros los hijos de la nobleza que tenían grandes ingresos económicos. Formar parte del Bullingdon Club otorgaba prestigio y superioridad. También fueron conocidos por generar disturbios, y en la década de 1980 se lo identificaba directamente como una cultura de excesos, protegida por el privilegio de clase.

Según The Guardian, los miembros del Bullingdon Club contrataban trabajadoras sexuales para sus cenas, y en ocasiones realizaban sus performances en la misma mesa de comedor compartida. Tenían comportamientos violentos en las instalaciones, como cuando rompieron los paneles de madera y los muebles de una sala en Magdalen College, y con las personas.