La investigación por el crimen mafioso de David Gastón Piroli Pereyra está lejos de culminar. El cadáver maniatado de este hombre de 38 años, descubierto el miércoles 22 de junio en el interior de un Ford Falcon rojo prendido fuego en San Martín y Santa Rita de Las Heras, abrió un abanico de hipótesis en la fiscalía de Homicidios a cargo de Carlos Torres.
El viernes se produjo la detención del señalado autor intelectual y principal sospechoso del asesinato, un carpintero con una extensa lista de antecedentes y pasado carcelario llamado Omar Maximiliano Roggerone (47) y previamente habían sorprendido a otro de los presuntos partícipes, uno de los llamados “Canavis”, quien se transformó el primer sospechoso y está tras las rejas por otro asesinato: se trata de Jesús Sebastián Villalba (18).
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Restaba atrapar a una mujer, pareja Villalba, luego de la declaración de un testigo reservado que aportó datos de importancia en la causa hace pocos días. Se trata de una joven identificada como Sol Guillermina Olivares, quien nació el 2 de mayo del 2004 y habría estado en la vivienda de calles Necochea y Libertad donde torturaron y mataron a Piroli el citado día de junio.
Finalmente, este lunes por la mañana, efectivos de Homicidios redujeron a esta joven de 18 años en la puerta de una casa del barrio Plumerillo Norte de Las Heras. Tenía pedido de captura luego de marcada en el expediente que lidera Torres.

Todo tiene que ver con todo
Fuentes policiales detallaron a este diario que Olivares en una chica conocida por su relación con uno de los integrantes de la banda los Canavis, Jesús Sebastián Villalba, quien fue detenido hace pocas semanas por el asesinato de Lucas Amarilla, un joven futbolista que quedó en medio de una disputa entre narcos del barrio Santa Teresita la madrugada del 26 de junio.
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Justamente, este chico, también de 18 años, se encuentra tras las rejas desde el 11 de julio por ese asesinato. Mientras se encontraba privado de la libertad, la causa avanzó con la incorporación de datos de importancia.
Los informantes detallaron a El Sol que los efectivos de Investigaciones realizaban tareas propias por el barrio Plumerillo Norte cuando observaron la presencia de una mujer de similares características físicas a la de Olivares. La sospechosa salía de una propiedad de la manzana I del citado complejo.
De esta forma, los policías la abordaron y redujeron en la vereda del domicilio y la trasladaron hasta la subcomisaría Iriarte, donde iba a quedar alojada a la espera de que Torres defina su situación procesal.

Los datos policiales y judiciales sostienes que Piroli fue asesinado por una deuda de drogas. Se habla que se quedó con 50 mil dólares que había en una mochila.
Roggerone lo habría citado en una casa-carpintería y allí habría sido atado en una silla y torturado a golpes para que entregara el dinero. Perpetrado el asesinato –la víctima recibió un disparo en la cabeza–, metieron los restos en el Falcon rojo de la víctima –estaba a nombre de su ex mujer– y lo trasladaron hasta Santa Rita y San Martín.
Prendieron fuego el vehículo para intentar borrar toda prueba posible pero con el paso de los días el expediente comenzó a sumar pruebas de importancia. Primero detectaron que el teléfono celular de la víctima fue activado por una mujer en un domicilio de calle Lisandro Moyano.
Cuando los detectives la fueron a ver, la joven les dijo que se lo había vendido una amiga. Esta chica era la hija de Roggerone. Una vez confirmadas las relaciones e identificados los presuntos partícipes, se ordenaron sus capturas para que respondan en la causa.