Los dos jóvenes asesinados la madrugada de este domingo en Godoy Cruz fueron ejecutados a balazos mientras dormían en una humilde vivienda del barrio Urundel, donde pernoctaban desde hacía algunos días. El caso tiene como hipótesis principal un ajuste de cuentas. Y no se descartaba, de acuerdo con la información a la que accedió este diario, que se trate de un conflicto por tema de drogas.

Una de las víctimas fue identificada como Facundo Ariel Gelvez Carrasco. Recibió 9 proyectiles en distintas partes del cuerpo. A la otra, Patricio Hamil Moreno, le detectaron seis ingresos de bala. Para los pesquisas que trabajaron en la escena, los jóvenes, de 26 y 19 años, respectivamente, murieron “en el acto” debajo de las frazadas que utilizaban para cubrirse del frío.

Personal policial que se presentó en el lugar junto con la fiscal de Homicidios Claudia Alejandra Ríos minutos después de las 14, estimaron que los agresores fueron, al menos, dos. En la escena quedaron las vainas servidas de las armas que emplearon. El resultado de las primeras labores de Policía Científica reveló que eran calibre 9 milímetros.

La reconstrucción inicial sostiene que hubo un llamado al 911 informando sobre dos personas que se encontraban durmiendo en una habitación sin puertas ni ventanas de 2 metros por 3, en la zona de calles Jacarandá y Tiburcio Benegas.

La propiedad estaba arriba de un cerro. Cuando llegaron los primeros policías, entrevistaron al dueño del lote. Dijo que los sujetos que estaban muertos se encontraban en situación de calle y que había un mes que vivían allí.

Agregó que se dirigió hasta el sitio para pedirles que se retiraran de la habitación y que los halló inconscientes, por lo que llamó al 911 al notar que no reaccionaban. En el teatro del hecho había una importante cantidad de vainas servidas. Al ser consultado por la situación, el testigo aportó que, pasadas las 3, dejó de su domicilio porque escuchó que golpeaban la puerta. Agregó que salió y que no observó a nadie.

Con ese dato, los investigadores judiciales tomaron como base que el ataque ocurrió durante la madrugada de este domingo. Las familias de los jóvenes acribillados llegaron hasta el lugar y se vivieron momentos de tensión.

El padre de Moreno presentó una crisis nerviosa y tuvo que ser calmado por los policías y hasta la propia fiscal de Homicidios. El hombre, detallaron las fuentes, se encontraba con salidas transitorias en una causa federal y tenía que retornar este mismo domingo al penal.

Con el paso de las horas, los policías de la División Homicidios comenzaron a seguir algunas líneas investigativas que apuntaban a un reconocido barrabrava vinculado con el mundo delictivo desde hace años. De todas formas, esperaban reunir más pruebas para identificar sospechosos.

Mientras ordenaban el levantamiento de los cuerpos para la correspondiente necropsia, la Justicia autorizó un registro domiciliario con testigos en la propiedad. Secuestraron tres teléfonos celulares, dos tarjetas de colectivo y una prenda de vestir.

Gélvez presentaba antecedentes por hurto agravado por escalamiento y robo agravado en poblado y en banda. Por su parte, Moreno no estaba prontuariado ni tenía antecedentes judiciales.

La fiscal Claudia Ríos, efectivos de la División Homicidios y un testigo en la escena, arriba de un cerro en el barrio Urundel.