En otra jornada intensa en la que se desarrolló el juicio federal por el secuestro y asesinato del ex despachante de aduana e informante policial vinculado al Bentogate, Diego Alfredo Aliaga (51), hubo nuevos detalles sobre cómo fueron sus últimos momentos con vida y los vínculos con sus allegados después de la declaración de Lucas Curi, uno de los procesados. Además, el principal acusado de la causa, Diego Barrera, pidió ante las partes que abrieran su teléfono celular para exhibir una serie de chats que tuvo con la víctima y otras pruebas que pudieron ser manipuladas.

Este martes, declaró como testigo el abogado Francisco Chato Álvarez, quien está procesado en tres caso de cohecho en la presunta organización dedicada a sacar presos a cambio de coimas en miles de dólares y que habría sido liderada por el juez federal Walter Bento, y comprometió a Barrera al sostener que lo involucró en la causa que lo mantiene acusado por venganza. También brindó su versión de los hechos Lucas Curi, hermano de Gastón, también procesado en la causa.

A través de videollamada, Álvarez declaró durante tres horas desde su casa del departamento General Alvear, en donde cumple prisión domiciliaria y acusó a Barrera de haberse vengado contra él por el testimonio que había aportado en los primeros momentos del expediente, cuando comenzaron los trabajos para intentar encontrar a Aliga, que en ese momento se encontraba “desaparecido”. .

Sereno y tranquilo, el Chato aseguró que su vida fue arruinada tras la muerte del despachante de aduana y se refirió a una declaración posterior que hizo ante al fiscal federal Fernando Alcaraz, sobre las dudas que tenía sobre el ex socio de Aliaga.

En su primer testimonio, el abogado había declarado que conoció a Barrera en un restaurante del centro comercial Palmares. Allí los vio a ambos en horas de la siesta y escuchó que el acusado comentaba que iba a llegar un avión sanitario a la provincia con seis millones de dólares, que eran parte de una herencia que iba a recibir su esposa por la venta de unas acciones en el grupo Crónica.

“Me hizo mucho ruido todo y empecé a interrogar a Barrera por esa causa. Aliaga me retó por eso y después cuando nos alejamos, me dijo que no me preocupara que él sabía lo que hacía”, sostuvo Álavarez, quien señaló que aconsejó al empresario en no confiar en su compañero.

A partir de esa declaración, el abogado señaló que Barrera lo acusó de ser parte de una banda que realizaba devolución de favores con presos.

Además, el letrado indicó que desconocía que Barrera era socio de Aliaga, ya que este último no hablaba de sus negocios, pero aportó que lo veía siempre con un maletín y que en una oportunidad lo acompañó a entregar, lo que él supone, una bolsa de dinero a un hombre que estaba en la playa de estacionamiento en ese centro comercial.

Asimismo, relató que Aliaga le había comentado que Barrera le debía varios meses de alquiler de la casa ubicada en el barrio Dalvian, aunque sostuvo que desconocía si Barrera finalmente la había comprado o no.

Por otra parte, la fiscalía de Cámara, a cargo de María Gloria André, le preguntaron sobre las consultas jurídicas que había realizado Aliaga y respondió que sólo lo había asesorado por una parcela en un cementerio de Buenos Aires y una finca en Pilar

Sobre el motivo por el que le prestó el auto, Álvarez comentó que ese día él no tenía habilitado salir -en ese momento la circulación se regía por el último número del Documento Nacional de Identidad que había dispuesto el Gobierno para evitar la transmisión comunitaria de coronavirus-.

Álvarez comentó que el día que desapareció Aliaga comentó que lo vio muy nervioso y fuera de sí y le aconsejó que se calmara. Sin embargo, el empresario sólo le contestó que ese día cambiaría su vida.

Por otro lado, comentó que las últimas veces que vio a Barrera fue cuando fue a retirar su camioneta BMW X6 en la casa donde iba a funcionar el centro de día en Guaymallén y comentó que lo notó muy nervioso. “Luego lo vi en la comisaría cuando realizamos la denuncia por paradero y ahí empecé a sospechar”, comentó.

“Diego Barrera me dijo, pasó una cagada loco, se murió Diego (Aliaga)”.

Cerca de las 13, fue el turno de Lucas Curi, uno de los procesados, pero que poco se mencionó su participación en la causa. En su declaración el joven se quebró en varias oportunidades y confesó -al igual que su hermano- que vio el cuerpo de Diego Aliaga en el galpón de calle Jujuy de Ciudad (donde guardaban los vehículos de la empresa de transportes de la familia Barrera), pero que no interrogó a su padrastro sobre los motivos del hecho.

Curi comenzó su relato y dijo ante las partes que ese día su hermano, Gastón, le había pedido que llevara la camioneta modelo Sprinter color naranja a la casa de Bandera de los Andes de Rodeo de la Cruz, en donde iba a funcionar el centro de día, y que lo notó muy nervioso y preocupado por Barrera.

Horas después, señaló que él estaba en el galpón de Ciudad cuando Barrera llegó a bordo de ese vehículo de transporte y lo notó muy nervioso. “Tenía sangre en un brazo y la remera estirada”.

Curi dijo que tuvo una corta charla con él, en donde le comentó por el estado de nervios que tenía su hermano y le preguntó qué había pasado. “Pasó una cagada loco, se murió Diego”, le dijo su padrastro.

Luego, de esa situación, el ahora acusado fue en busca de su hermano, que estaba en Rodeo de la Cruz, y fue allí en donde vio todo revuelto y sangre en las paredes, dando a entender que Aliaga murió en esa vivienda y no en el galpón como señaló la fiscalía.

Una vez que ordenaron y pintaron el lugar, a pedido del propio Barrera, los hermanos se dirigieron al galpón en donde ya estaba Washington Yamil Rosales (otro de los procesados) y fue allí en donde Curi comentó que vio el cuerpo de Aliaga.

“No le vi la cara porque tenía un trapo, pero me lo quede viendo por tres segundos”, dijo. 

Así comenzaron a surgir los nervios, las dudas y el miedo, que aseguró que tenían, porque Barrera les había impedido hablar con la policía, ya que había dicho que Aliaga se juntaba con “gente muy pesada”.

Aun así, comentó que no lo vio maniatado ni detectó otra señal de que hubiera estado cautivo. Además, comentó que sólo le pregunto a Rosales, uno de los imputados “arrepentido”, porque marcó dónde habían enterrado el cuerpo de Aliaga, cómo había muerto.

Por otro lado, el hijastro de Barrera comentó que los pocos días que pasaron desde la denuncia de la desaparición hasta su detención intentó tener una vida normal, a pesar de que sabía lo que había pasado y le pidió disculpas a la familia de Aliaga por no haberles dicho la verdad, “intenté proteger a mi viejo”, dijo.

El hecho

Diego Aliaga (51) desapareció el 28 de julio de 2020 y, para el fiscal que instruyó el caso, Fernando Alcaraz, Diego Barrera, quien era su socio, su pareja Bibiana Sacolle, los hijos de ella, Gastón Nicolás y Lucas Agustín Curi, y el chofer de la empresa de transportes Solicito, Yamil Washington Rosales, planificaron e intervinieron en su secuestro y posterior asesinato.

El móvil fue económico, se viene escuchando en el debate oral federal que se inició el año pasado, con el objetivo de que el empresario, bajo amenazas y coacciones, otorgase negocios y bienes muebles e inmuebles al matrimonio.

Barrera era socio de Aliaga y se conocían desde hacía un par de años. Entre 15 y 30 días antes de su muerte, aunque su vecino y amigo, Francisco el Chato Álvarez desconocía el vínculo y la asociación.

Por otro lado, la fiscalía busca probar que los hermanos Curi y su madre conocían que Aliaga había sido asesinado en el domicilio donde tenían pensado encontrarse la mañana del día citado en el predio de calle Bandera de los Antes 9840/9846 de Rodeo de la Cruz, en Guaymallén, donde buscaban instalar un emprendimiento para trabajar con niños discapacitados, la especialidad de Sacolle. Hubo varios llamados telefónicos entre ellos y también cámaras de seguridad que registraron la llegada de Gastón Curi en un Celta Rojo y la salida de un vehículo de trabajo.