El 68,1 por ciento de los chicos de las escuelas mendocinas demostró contar con un nivel satisfactorio y avanzado en los objetivos de Lengua, mientras que 32 por ciento a duras penas lograba alcanzar un nivel básico o se encontraba por debajo del básico. En Matemáticas, 67,7 por ciento de los alumnos estaba por debajo del nivel básico o, directamente, en el básico, mientras que sólo 33,6 por ciento pudo demostrar un nivel de conocimiento satisfactorio y avanzado.
Ese era el estado de situación que los chicos de las escuelas mendocinas reflejaban en cuanto a las materias básicas del sistema educativo hacia fines del 2019. Los datos, en concreto, corresponden a la última información concreta, real y específica con que cuenta la DGE mendocina sobre el grado de conocimiento que han alcanzado todos los alumnos de la provincia, hoy cercanos en números al medio millón.
Esa misma información con la que se contaba hacia aquel tiempo, también permitía distinguir lo que estaba sucediendo en la escuela pública de gestión estatal y en la escuela privada. Por ejemplo: los chicos que se estaban formando en las escuelas administradas por el Estado habían alcanzado 63,9 por ciento los niveles satisfactorios y avanzados en Lengua, en tanto que 36,1 sólo había llegado al nivel básico o por debajo de lo básico.
En el ámbito privado, los objetivos en Lengua marcaban que 78,7 por ciento había llegado al nivel satisfactorio y avanzado, mientras que 21,3 estaba en el básico o por debajo del mismo.
En el campo de las matemáticas, lo propio. En el 2019, el Estado conocía con un nivel de precisión extraordinario qué estaba sucediendo no sólo en general con los objetivos alcanzados por los chicos como está dicho de todo el sistema, sino en el desagregado por ámbitos, el estatal y el privado. Por caso, de los chicos que acudían a las escuelas estatales, 72,6 por ciento no había alcanzado los objetivos en esta materia, mientras que sólo 26,7 por ciento sí había logrado hacerlo. En el privado, en tanto, 53 por ciento de los chicos estaba por debajo de los objetivos o en el límite, mientras que 46,5 lo había logrado.
Eso ocurría en Mendoza en el 2019. En la Nación, 72 por ciento de los alumnos terminaba la secundaria sin saber los suficiente de Matemática, mientras que 40 por ciento demostraba tener dificultades en Lengua.
El 2021, probablemente, termine sin que Argentina sepa qué está ocurriendo con los chicos en las escuelas, primarias, secundarias del ámbito privado y estatal. Tampoco supo qué pasó con ellos en el 2020. Es decir que, para ser claros y precisos, si hoy se le preguntara al ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, cuál es el estado de situación de los chicos argentinos en cuanto a conocimientos en Matemática y Lengua, debería apelar a la última información estadística precisa con que cuenta, la del 2019, porque en el 2020, la evaluación Aprender fue suspendida por efecto de la pandemia y porque este año se avanza en la misma dirección.
Trotta ha desmentido que la evaluación nacional y universal no se vaya a realizar. En verdad apela a una triquiñuela. Afirma que la idea es postergarla de octubre de este año a marzo o abril del próximo. Esa fue la propuesta de su ministerio en una reunión técnica de los representantes de las provincias con los de la Nación y antes de que el Consejo Federal de Educación decidiera qué hacer, en concreto.
Como sea, por segundo año consecutivo, en caso de que Aprender se postergue para el 2022, el país se privará de conocer qué saben los chicos que están en el sistema educativo, estatal y privado, primario y secundario.
El panorama es más que triste, delicado y muy preocupante si a los efectos de la pandemia en cuanto a los niveles de conocimiento en los chicos se le suma la situación de pobreza en la que ingresaron en su gran mayoría: hacia fines del 2020, alrededor de 7 millones de chicos de 0 a 14 años se encontraban por debajo de la línea de la pobreza. Ese número representa 62,9 por ciento de todos los chicos del país. En Cuyo, ese porcentaje asciende a 61,6 por ciento de chicos pobres de 0 a 14 años. Y de 15 a 29 años, un poco más de 5,2 millones de jóvenes del país están en situación de pobreza según el INDEC, lo que significa 49,5 por ciento de todo el universo y 52 por ciento en Cuyo.
Los chicos argentinos, en su gran mayoría, puede que cumplan hacia fines del 2021, dos años sin ir a la escuela de forma presencial. La pobreza y la falta de educación de calidad, como ya se sabe, conforman el peor de los cócteles. El futuro de estos chicos y de una gran parte de su generación se encuentra literalmente hipotecado y embargado. La falta de información sobre cómo impactó en ellos el año y medio de pandemia en su formación educativa condena al país a conducirse a ciegas, sin políticas concretas, ni siquiera paliativos que no sean los que el propio Gobierno, de tanto en tanto, anuncia en esa serie de planes sociales que mitigan, sólo en parte, las carencias de tantos millones de personas.
En Mendoza se afirma que el Gobierno se opondrá a la postergación de la evaluación Aprender. Está claro que puede que quede en una minoría absoluta junto con la CABA, que ya adelantó que aplicará sus propios modelos de evaluación y quizás en la misma línea se alineen Córdoba con Santa Fe. Sin que se haya oficializado, en Mendoza se está analizando hacer uso de un remanente de fondos del BID que llegaron en el 2018 para ser aplicados en la mejora del sistema educativo. Ya en el 2020 y también en marzo, el gobierno de Rodolfo Suarez anunció primero y ratificó luego la creación del Instituto de Evaluación de la Calidad Educativa. Quizás le ha llegado la hora de su concreción, al menos para conocer, por responsabilidad y seriedad ante los problemas, lo que ocurre en la realidad.