Tres dudas sustanciales son las que tendrá que develar en breve el tablero político electoral de la provincia: una es la que determinará si Alfredo Cornejo será o no el candidato a la gobernación tal y como se lo ha pedido en público y en privado Rodolfo Suarez; el segundo si, al fin de cuentas y después de todo lo que viene insinuando, Omar de Marchi tomará la decisión de romper la coalición oficialista que integra para jugar su carta hacia la gobernación por afuera, como una expresión diferente a la de Cambia Mendoza; y la tercera, no menos compleja y atractiva en clave política que la anterior, es si Adolfo Bermejo, el peronista con mejor imagen de todos, aceptará inmolarse por la causa yendo, además y por qué no, por un milagro inscribiendo su nombre en lo más alto de la boleta para buscar, una vez más, la primera magistratura provincial.
Se trata de las claves a descifrar que tiene el año electoral cuando recién está comenzando y cuando resta un puñado de días, hasta fin de mes, para que los intendentes, en particular los del PJ, dispongan el desdoblamiento del cronograma de elecciones en sus territorios como todo parece indicar.
Se cree que los caciques peronistas (Emir Félix, San Rafael; Roberto Righi, Lavalle; Matías Stevanato, Maipú; Martín Aveiro, Tunuyán; Flor Destéfanis, Santa Rosa y Fernando Ubieta, de La Paz) decretarán el desdoblamiento por entenderlo como el mal menor dentro de un contexto de mucha complejidad para el principal movimiento opositor: suponen, bien, que el elector se concentrará sólo en la realidad departamental en donde sus tareas están en general bien vistas. La maniobra puede que les garantice en gran medida y con una posibilidad de acierto amplia el triunfo y la continuidad en el gobierno; pero a su vez desinflará la chance del peronismo para cuando se juegue el partido grande y definitivo por el premio mayor.
Ese escenario de debilidad para el peronismo, con seis intendencias definidas para cuando llegue el momento de la elección provincial afectado por un flojo interés militante para ir a buscar el voto general, o por el desgaste mismo de haber pasado por un proceso similar anterior, se puede acentuar con un candidato carente de potencial para ir a disputar la gobernación con rivales del oficialismo más instalados y conocidos. Es lo que podría sucederle al peronismo con Martín Hinojosa, el presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), quien ya ha expresado su voluntad de competir. Se cree, sin embargo, que el peronismo llevará al fin de cuentas a Adolfo Bermejo, si es que tanto los peronistas, todos en general, los tradicionales y los propios kirchneristas, lo convencen. Dependerá del manejo estratégico de los tiempos y del juego que el oficialismo vaya develando en las próximas semanas, también.
La abundancia de recursos, de herramientas, de nombres y de una nueva posibilidad de estar frente a un nuevo triunfo que abriría la puerta a un proceso ya hegemónico, al contrario de lo que se podría suponer, ha empujado al oficialismo a vivir un tiempo de agitación, incómodo y de cierto riesgo por delante.
Alfredo Cornejo quiere extender el plazo para una definición personal sobre su futuro hacia marzo, pero es probable que todo se le adelante a febrero por presión de los propios, por el adelantamiento de las elecciones en las comunas peronistas que obligan al oficialismo a definiciones obvias y por el agresivo juego de De Marchi que está estremeciendo la vida interna de Cambia Mendoza.
Frente al embate del líder del PRO, del que se dice que hasta se alejaría del rol que está cumpliendo al lado de Horacio Rodríguez Larreta en su camino hacia la presidencia para abocarse de lleno a su plan en la provincia, en el radicalismo cobra cuerpo la idea de obligarlo a jugar en la PASO y evitar todo tipo de negociación que implique el compartir la estructura de gobierno, como parte del mismo, como siempre reclamó y exigió el actual diputado nacional.
De Marchi está diciendo que todo lo que ha venido impuesto se ha terminado; que todo lo que se ha venido practicando en Cambia Mendoza –entendida como coalición de fuerzas en un mismo gobierno– ha sido un circo y que se acabó el tiempo de los pactos entre dirigentes para darle lugar a la competencia por planes e ideas. Si llegara a cumplir la amenaza de esto último, estamos ante un De Marchi que cambia de plano su estrategia, la que siempre se basó en negociar salidas consensuadas con el propio Cornejo.
Lo que bien se entiende como una atropellada decisiva del lujanino obligando a una apertura a su favor, a una toma de “conciencia” de parte de Cornejo y de Suarez para evitar un quiebre, está camino a convertirse en el golpe de gracia a una relación que siempre ha sido dificultosa y tortuosa: todo puede terminar con los puentes que todavía están en pie volando por los aires. Una PASO sería el único camino para resolver el litigio y sin ofrendarle a De Marchi la modificación del piso del 25 por ciento para definir mayorías y minorías que fijan el lugar en la boleta de candidatos según el resultado de la elección. En el radicalismo (Cornejo y Suarez) dicen: “Que nos gane de una buena vez si puede; y si pierde, que pierda todo”.
Frente a ese panorama, De Marchi les asegura a los suyos: “Me subestiman, no saben de lo que podemos ser capaz de hacer”. Ese “capaz de hacer” es un armado por afuera, sumando a radicales enojados y molestos con Cornejo (en la lista se menciona a Luis Petri, a Ernesto Sanz y hasta Julio Cobos), a lo que pueda representar el PD y hasta parte del peronismo no K que en algunos departamentos (se menciona a Godoy Cruz, por caso) estarían esperando ansiosos una definición en esa línea por parte del diputado para sumarse a sus filas o bien para ofrecerle lo que tienen de estructura y permitirle un armado digno.
Esto último, lo de peronistas no K buscando o ansiando un acercamiento con De Marchi, es visto por quienes lo promueven, sueñan o imaginan como el camino más corto para desembarazarse de la Cámpora, con quienes compiten en el territorio.
¿Puede De Marchi poner en jaque la supremacía radical en Cambia Mendoza? ¿se animará a jugar por afuera si ve que las posibilidades internas vía una PASO se le van esfumando? ¿Un De Marchi por afuera, aliado con peronistas reacios al camporismo, podría conducir al PJ en manos del Fernández Sagasti y Lucas Ilardo hacia un doloroso tercer puesto en las elecciones? ¿Si esto último sucediese, el peronismo se sacaría el lastre del kirchnerismo que Mendoza rechaza para reconstituirse en un futuro cercano, o correría el riesgo de quedar licuado en esa supuesta nueva fuerza liderada por De Marchi o por lo que el diputado representa?
Muchas preguntas, pocas respuestas ciertas y decenas de especulaciones para un verano ajedrecístico en términos políticos.