Dos días pasaron desde que un feroz incendio se desató en la playa San Agustín, en La Favorita. El predio de 9 hectáreas tenía en su interior unos 26 mil vehículos y si bien se investigan las causas del siniestro, por el momento se sabe que unas 40 viviendas aledañas fueron alcanzadas por las llamas y, de ellas, cinco sufrieron pérdidas totales.
De acuerdo con lo expresado por el secretario de Gobierno de Ciudad, Rodrigo Olmedo, “se estima que son unas 200 personas las afectadas por el incendio”.
A los damnificados, el Municipio de Capital junto con el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia les están brindando todo tipo de asistencia, desde colchones, alimentos, frazadas y ropa hasta palos, machimbre y membranas. Además, intervino un equipo de Salud y personal de Instituto Provincial de la Vivienda (IPV).
Treinta años y dos tragedias
Cinthia Huari tiene 30 años, es de nacionalidad peruana y vive en La Favorita junto a su madre y su hijo de cinco años que tiene Trastorno Específico del Lenguaje (TEL).
La familia quedó en la calle, perdieron todo. Sólo les queda el lote para en un futuro construir su casa, pero hoy están sin nada y con mucho dolor.

Con lágrimas en sus ojos, Cinthia contó que lo único que alcanzó a hacer esa noche fue rescatar a su hijo y llevarlo a la casa de una vecina. Luego, al regresar a su hogar para “salvar” algo más ya fue tarde, todo estaba consumido por el fuego.
Hace cinco años, cuando transitaba el séptimo mes de embarazo, su esposo murió a metros de su casa en un accidente automovilístico.

“Tengo que seguir por mi hijo, no tengo otra opción en mi vida”, exclamó llorando. Luego contó que tanto ella como su madre trabajan como empleadas domésticas y con el sueldo que ganan pudieron equipar su casa para vivir con dignidad.
Y detalló: “Teníamos calefón para ducharnos con agua caliente, aire acondicionado, heladera, estufa, televisor. Todo lo que se necesita para vivir bien. Nos costó mucho lograrlo, fueron muchas horas de trabajo y ahora sólo me pregunto para qué, no tengo más nada“.
Ambas aseguran que el municipio les brindó palos, membranas y machimbre para levantar la casa, pero nadie les devuelve lo que lograron durante tantos años de trabajo. “Los electrodomésticos, las ollas, las camas, los muebles y todo lo que compramos para vivir con dignidad lo perdimos. Es desesperante”, dijo.
También han recibido asistencia del Consulado de Perú que ni bien ocurrió el siniestro les ofrecieron ayuda con vestimenta y alimentos.

Cinthia y su familia necesitan de mucha ayuda para equipar la casa. Los que deseen solidarizarse podrán comunicarse al 2615756743. Precisan ropa para mujer y niño (talle 10), alimentos no perecederos, calzados (talle 30, 35 o 36), materiales de construcción, útiles escolares y mochila.
Volver a empezar a los 62 años
Ariel Rosales es otro de los damnificados que perdió todo lo de su casa, solo le quedó la estructura, pero el interior está vacío.
El hombre tiene 62 años y vivía con su esposa de 60. Además, atrás de la casa vivían su hija, el esposo y dos niños de 6 y 7 años.

“Perdimos todo y cuando digo todo es todo. No quiero que me regalen nada, sólo necesito recuperar lo que yo mismo logré con muchas horas de trabajo”, dijo en medio de mucha indignación y dolor.
Ariel trabaja en una empresa constructora y todos los días le hacía arreglos a su casa para tenerla linda. “Mi casa estaba impecable, teníamos todas las comodidades que queríamos y eso lo logramos con mucho esfuerzo. No quiero palos y machimbre, quiero que los responsables se hagan cargo de lo que hicieron”, sentenció.

Ariel accedió a brindar su celular para que los que puedan le realicen donaciones de ropa para adultos y niños (de 6 y 7 años), calzados, alimentos no perecederos, electrodomésticos, ropa de cama, mano de obra para levantar la casa y cemento. Los interesados pueden llamarlo al 2615346007.
Sola y con cuatro hijos
La historia de Noelia es conmovedora. La joven de 29 años es madre soltera, tiene cuatro hijos de uno, ocho, nueve y doce años y perdieron todo.

“Soy madre soltera, a pesar de que con el siniestro el padre de los chicos se hizo presente, estamos los cinco solos y nos quedamos sin nada. No tengo celular ni trabajo, soy ama de casa y lo único que necesito es que me ayuden a sacar adelante a mis hijos”, expresó llorando la mujer.

Ni bien recibió la asistencia del municipio, sus hermanos y su ex pareja pusieron manos a la obra y, al menos, ya acondicionaron un salón para que pudieran pasar la noche, pero en el mismo no hay camas, ropa, abrigo, ni baño. “No tengo nada de nada, estoy a la deriva con mis cuatro hijos”, exclamó.
Quedó en la calle
Magalí es otra de las personas que vive frente a la playa San Agustín y que perdió su casa por completo. Tenía una prefabricada en la que vivían nueve personas y no quedó nada.
“Realmente quedamos en la calle, no pudimos rescatar nada más que nuestras vidas, lo cual es mucho, pero es desesperante atravesar lo que vivimos”, expresó Magalí.
La mujer vive con su madre Nora y las dos volvieron este lunes para ver qué podían hacer y se encontraron con el terreno vacío.

“Estamos repartidos en casas de familiares y vecinos. Seguimos vestidos con lo que teníamos el sábado porque no tenemos recursos para comprar ropa”, dijo Magalí.
Los interesados en ayudar a esta familia pueden hacerlo llamando al celular 2612155819.
Tanto Magalí como varias familias más han sido visitadas por un grupo de funcionarios del IPV. Se les ofreció reparar la vivienda mediante el Programa “Mejoro mi casa” y a los que sufrieron pérdidas totales se los citó para poder reconstruirlas.
Ariel es hijo de Nora y vive en la casa contigua a la de ella. Está casado con Milagros y tienen tres hijos de dos, cuatro y seis años. Si bien la vivienda no sufrió pérdidas totales, el joven contó que se quedaron sólo con la estructura.

“Necesitamos ropa para poder vestir a nuestros hijos de cuatro y seis años (varones). No tenemos camas, cocina, heladera, nos quedamos en la calle. Somos gente de trabajo y todo lo que teníamos lo logramos trabajando. Se nos terminaron los sueños”, dijo Milagros.
