La cifra oficial de civiles muertos en Líbano durante el mes que dura la guerra superó ayer el millar, después de que Israel matase a otros nueve en diferentes bombardeos y de que la cifra de cadáveres hallados bajo los escombros de una casa al sur de Beirut se disparara de 30 a 41. Además, los combates cuerpo a cuerpo recrudecieron en el sur, donde el Ejército hebreo podría haber perdido una decena de soldados en una batalla terrestre con guerrilleros de la Resistencia Islámica, brazo armado del grupo chií Hezbolá.
Durante toda la mañana, milicianos y uniformados lucharon con fiereza en los alrededores de la ciudad fronteriza libanesa de Taibe, en la que Israel ha conseguido instalar un puesto militar avanzado. Desde allí, y apoyados por soldados de refresco llegados del otro lado de la frontera, la unidad de elite Golani trató de penetrar hacia Qantara y Debel, donde, según Hezbolá, habría sufrido una severa derrota.
En un comunicado divulgado por la televisión Al-Manar (controlada por Hezbolá), la Resistencia asegura haber destruido dos carros de combate y dejado treinta cuerpos sobre el terreno en el extrarradio de Debel, uno de los puntos clave que Israel debe conquistar si desea seguir su avance hacia el norte. Escaramuzas igualmente feroces han tenido lugar en Burj al-Muluk, Bint Yibel y Aita al-Shaab sin que se sepa el número de bajas por ambos bandos.
Más al norte, Israel ha proseguido con su castigo diario contra áreas del centro- sur de Líbano y el valle de la Beka, al tiempo que el Gobierno judío decidía ampliar la actual operación terrestre en el sur libanés. Al menos nueve personas, siete de ellas de la misma familia, murieron ayer en dos bombardeos israelíes sobre el valle de la Beka y el campo de refugiados palestinos de Ain Helu, el más grande de Líbano. El de esta noche ha sido el primer ataque del Ejército israelí a uno de los doce campamentos palestinos que existen en Líbano desde que comenzara la actual guerra, hace 29 días.
Fuentes militares israelíes justificaron la acción de la Marina con el argumento de, entre sus estrechos y atestados callejones, en los que viven de 70.000 palestinos, se refugiaban miembros de la Resistencia Islámica, brazo armado de Hezbolá. En Líbano viven cerca de 400.000 palestinos en campos-ciudades que gozan de extraterritorialidad y en los que ellos mismos son la autoridad. Además, ayer en la noche, otros siete civiles libaneses murieron en un bombardeo de la aviación israelí sobre la localidad de Masgarad, en el valle oriental de la Beka, informaron fuentes policiales.
Las víctimas eran todos miembros de una misma familia, que vivía en un inmueble de esta región, uno de los bastiones del grupo chií libanés Hezbolá. De acuerdo con el Ejército hebreo, todos ellos eran familiares de un responsable del citado grupo. Con esta nuevos ataques, la cifra de víctimas mortales en las cuatro semanas de conflicto superó el millar. Además, ayer se reveló que el número de muertos en el bombardeo de hace dos días en el barrio de Chiaj, en el sur de Beirut, ascendió de 30 a 41.
Del mismo modo que la violencia no cesa en el sur, la diplomacia no parece avanzar en Nueva York. El primer ministro libanés, Fuad Siniora, se mostró ayer pesimista sobre la resolución política del conflicto con Israel, ya que, en su opinión,nada se ha movido hacia delante en la ONU. “Estamos en el mismo punto. No ha habido ningún progreso”, dijo a los periodistas, horas después de entrevistarse en la capital libanesa con el subsecretario de Estado norteamericano para Asuntos de Medio Oriente, David Welch, quien llegó en una visita no anunciada.
Siniora insistió, asimismo, en que no tiene intención de asistir a las próximas sesiones del Consejo de Seguridad de la ONU, donde actualmente se debate una propuesta para un alto el fuego inmediato consensuada por EEUU y Francia. Líbano, apoyado por toda la Liga Árabe, quiere que ese texto se enmiende e incluya, entre las cláusulas, la exigencia de que el fin de las hostilidades coincida con la retirada total del Ejército judío del territorio libanés.