Tiene ese carisma bajos los palos y, fuera de la cancha, parecido al del Loco Gatti, uno de sus ídolos. El Flaco aceptó la nota con toda euforia.“El martes llego de Buenos Aires y nos juntamos, ¿dale?”. Y así fue. En un rato de una mañana de cielo bien azul, Jorge Antonio Vivaldo, el arquero de Independiente Rivadavia y de gran trayectoria en el fútbol nacional, se mostró tal cual es, nos habló de su fe, de sus convicciones y de lo feliz que se siente en Mendoza.
El sábado te observaba en el partido ante Alumni y, antes de comenzar el segundo tiempo, te arrodillaste en el área y rezaste. Sí, siempre lo hago y lo mío es agradecer a Dios por todo. Porque no pase nada malo. Agradezco porque creo que soy un privilegiado y hace un tiempo ya que le he consagrado mi carrera a Dios. La gente a lo mejor se imagina que ser un Atleta de Cristo es ser un fanático religioso. Pero no, simplemente Dios trajo equilibrio a mi vida y me permite disfrutar cada cosa que hago. Dios llenó un vacío que muchas veces tenía.
¿Hace cuánto sentís a Dios así? Hace 16 años. Mi esposa, quien en ese entonces era mi novia, estaba muy enferma, muy mal. Recorrimos médicos, estudios, fuimos hasta curanderos y no se solucionaba. Y los diagnósticos eran diferentes. Un día, la invitaron a una reunión en una iglesia, oraron por su vida y se curó. A pesar de eso, yo era muy incrédulo. Hace 16 años atrás, la única figura que había era el pastor Giménez y yo lo veía con una camisa rosa y un pantalón verde y me reía. Pero a mí nadie me inculcó nada, yo era demasiado rebelde. Pero un día cambió todo y así lo vivo hoy.
¿Coincidís en que, a veces, en la religiones hay mucha hipocresía también? Desgraciadamente, está todo complicado. Hay que partir de la base que todos somos seres humanos y cada uno tiene sus propias miserias. Acá el único bueno y santo es Dios. Y lo que yo intento es parecerme en lo que más pueda a Cristo. Es cierto que hay hipocresía como decís vos, pero si me pongo a ver los errores del otro estamos fritos. Yo trato de agradecer por un plato de comida, disfrutar de mi trabajo, acercarme y preocuparme por el otro. Creo que eso rompe con la hipocresía.
En Buenos Aires tenés dos comedores, ¿no? Sí, la iglesia a la que yo pertenezco, que se llama Jesús de Nazaret, tiene dos comedores. Uno en Lanús y otro en Avellaneda. Gracias a Dios, todos los días comen y meriendan más de 200 chicos.
¿Y quién te ayuda con eso, Flaco? La iglesia, yo un poco y mucha gente que da su tiempo. Desgraciadamente, no tenemos un subsidio. Pero hay hermanas que nos ayudan a hacer la comida y, sobre todo, lo más importante es darle amor a esos pibes. Vos podés darles un plato de comida, pero no solucionás mucho. Pero estar cerca de ellos es lo importante.
¿Qué opinión tenés de nuestro país? En muchísimos aspectos, lo que ha hecho Kirchner me ha motivado para bien. Acá hay una gran realidad, todos nos quejamos mucho de las miserias y en la política hay muchísima hipocresía. Pero lo que más me preocupa es el tema de la inseguridad, es un tema que no lo puedo entender. No logro comprender cómo un tipo que se rompió el lomo toda su vida para tener su casa un día llegue y la encuentre desvalijada. Hoy en día, un pibe de diez años te pega un tiro y no pasa nada, por eso, a veces, estoy de acuerdo con lo que manifiesta Blumberg. Ahora, a esos pibes hay que darles una salida.
La última, ¿sos feliz? Sí, absolutamente. Mi esposa Fabiana es la mujer de mi vida, me ama y la amo. Tengo dos hijos hermosos, mis viejos, un abuela. Soy un tipo agradecido a Dios y tengo esa suerte que adonde voy me tratan muy bien.