En el Mundial de Alemania sólo quedan dos partidos por jugarse pero sólo uno importa realmente en la lucha por el título. La pregunta podría reducirse a ¿Cannavaro o Zidane?, ¿el hombre que evita los goles o el hombre que los genera y marca? Y este Mundial ha generado gran expectativa, sobre todo porque tanto Italia como Francia no figuraban como posibles candidatos antes de que comenzara el campeonato.

    La Azzurra estaba empañada por los casos de corrupción que hoy mismo están latentes en el Calcio, mientras que a Francia se la criticaba porque había viajado hacia Alemania con un equipo de “viejos”. Fue el conjunto francés el que peor arrancó el Mundial. Con dos empates consecutivos, el temor de Corea-Japón volvía a renacer. Despedirse en primera ronda hubiese significado una catástrofe en toda Francia. Sin embargo, ante Togo empezó a incrementarse el nivel futbolístico de los galos. Vencieron 2 a 0 a los africanos, se consolidaron en todas sus líneas y se prepararon para afrontar la instancia eliminatoria más difícil que la que tuvieron los otros clasificados.

    Primero fue España, luego Brasil y, por último, en semis, despachó a la sorpresa, Portugal. Por su parte, Italia tuvo un camino menos sinuoso que su rival de final, aunque también debió pasar varios obstáculos. El punto negro se presentó en el partido de octavos ante Australia, donde, faltando pocos minutos para los penales, el árbitro del partido favoreció a la Azzurra con un penal inexistente.

    CON ALIENTO. La selección italiana, ayer se vio obligada a abrir la puerta del entrenamiento a unos 3.000 hinchas que se arrimaron al barrio de Meiderich, en Duisburgo, para seguir los pasos de sus jugadores. Los fanáticos hicieron una verdadera fiesta de apoyo al equipo y sus figuras, portando banderas tricolores y vistiendo, casi en su totalidad, casacas azules de la selección.