La excomunión del arzobispo jubilado Emmanuel Milingo por ordenar obispos a cuatro curas casados ha puesto de nuevo sobre la mesa el tema del celibato en la Iglesia católica y la situación de los 100.00 curas católicos que, según fuentes religiosas, están casados. De esa cifra, unos 20.000 viven en Estados Unidos, 10.000 en Italia y 6.000 en España, según las asociaciones de sacerdotes casados.

    Los curas católicos son unos 400.000, lo que supone, según las cifras de esas asociaciones, que 25 por ciento no respeta la normativa emanada por el Vaticano. Algunos de los sacerdotes casados se redujeron al estado laical, pero otros ofician celebraciones litúrgicas en comunidades de base y hay quienes ejercen su ministerio pastoral, con el conocimiento del obispo de la diócesis, en parroquias . Según relató a Efe un sacerdote casado, los únicos que no saben su estado son los feligreses.

    Otros, sin embargo, no dudan en mostrar a sus esposas e hijos en la comunidad donde prestan servicio. Los curas casados defienden el celibato libre y mantienen que el impuesto por la Iglesia católica no encuentra base ni en la Biblia ni en la tradición ni en la teología, y la restricción marital no supone un mayor servicio a la comunidad cristiana, como precisaron los obispos en el sínodo del año pasado.

    Según Julio Pinillos, sacerdote secularizado y casado, el cura que ha contraído matrimonio y “que debe vivir de su trabajo profesional” incorpora al presbiterio el mundo civil, con todo lo que conlleva de pluralismo, incluyendo el mundo de la familia. Pinillos precisó que, viviendo desde dentro la familia, cambiaría el modo de hablar de los eclesiásticos cuando se refieren a temas como el afecto o la sexualidad.

    Algunos grupos de sacerdotes casados están convencidos de que, a mediados de siglo, será abolido el celibato, aunque la mayoría piensa que ni durante este papado y tal vez ni en el siguiente se producirá el cambio. En el reciente sínodo de obispos, celebrado en octubre del 2005 en el Vaticano, los prelados sostuvieron la necesidad de mantener el celibato, lo que fue apoyado, incluso, por religiosos de las iglesias orientales, a pesar de que estos permiten la ordenación de sacerdotes casados.

    “Hay un aprecio por el celibato sacerdotal”, dijo, en aquellos días, el cardenal de Santiago de Chile, Francisco Javier Errazuriz Ossa, quien manifestó que los prelados de las iglesias católicas de rito oriental contaron que los sacerdotes casados se pueden convertir en un problema.

    Esto, debido a que tienen esposa e hijos y, en muchos casos, menos tiempo para estudiar, menos disposición para trasladarse de un lugar a otro y presentan dificultades para mantener a la familia, según dijo el obispo ucraniano Sofron Stefan Mudry, quien, además, contó que, en su diócesis, de 400 sacerdotes, 360 están casados y tienen muchos problemas. “Algunos tienen cinco hijos, otros no tienen casa y con la familia es difícil cambiar de ciudad debido a los estudios de los niños. Se presentan muchos inconvenientes”, precisó.

    El obispo ucraniano añadió que, en los últimos tiempos, se tiende a potenciar al sacerdote célibe,“si se quiere salvar la iglesia”. Aunque los obispos son conscientes de la falta de sacerdotes, consideran que la solución no es abolir el celibato ni a los sacerdotes casados. Al respecto, el patriarca de Venecia, el cardenal Angelo Scola, dijo que el sacerdocio es un don y la Iglesia no es una empresa: “¿Cuándo se puede afirmar que faltan curas?”, se preguntó.

    El celibato para los curas católicos se estableció en 1139, durante el Segundo Concilio de Letrán. Desde el siglo XV se han levantado voces contra esta condición.