El presidente Javier Milei está en busca de su propio hito refundador. No llegó a lograrlo este 25 de mayo que, más allá de lo histórico, es una fecha simbólicamente potente en lo político porque contiene 20 años de otro proyecto de poder, el del kirchnerismo.

El discurso desde la Docta fue mucho más conciliador que al que nos tiene acostumbrados un Jefe de Estado. Conciliador porque convocó nuevamente al Pacto de Mayo. Milei no llegó a tener para este sábado la sanción de la ley Bases y el paquete fiscal como hubiese esperado. Su frustración está en que la discusión permanece empantanada en el Senado.

Por ende, el único gobernador que estuvo en Córdoba, con el cabildo de espaldas, fue el anfitrión fue Martín Llaryora. Y la pasó mál, porque junto con el intendente Daniel Passerini, fueron silbados. Más visitante que local en un escenario que estalló de aplausos con Karina M y con Victoria Villarruel, además del presidente.

Próxima parada

Como la estación del 25 de Mayo pasó, Milei seguirá insistiendo para tener su propio hito fundador. La próxima parada podría ser, en estos encuadres históricos, el 20 de junio y tal vez el escenario se monte en Rosario junto al monumento a la Bandera.

Dudosamente podría ser Salta el 17 de junio. La figura del caudillo Juan Martín de Güemes contrasta con la definición histórica que dio el presidente sobre una Argentina que era gobernada por bárbaros hasta que llegó la generación del 80, con la que el Jefe de Estado se identifica.

Todo dependerá de la negociación, de allí el tono más calmado que el que exhibió en las recientes entrevistas donde dio mensajes de mayor aspereza al Congreso. Efemérides, ciudades y gobernadores sobran en el calendario. Entre ellas, Mendoza y con un mandatario que ha dado más señales de apoyo como ningún otro, como Alfredo Cornejo.

Pero esto sólo podría suceder si todo sigue trabado y lo que no sobra es el tiempo. En paralelo hay una carrera de Milei contra el aguante social que todavía le da aire y popularidad. Pero también donde la realidad le para el carro.

Las señales económicas en ese sentido son más que suficientes. Prometió bajar los impuestos, pero le concedió a los gobernadores el regreso de Ganancias. El Banco Central redujo progresivamente la tasa de referencia, pero en la última semana Luis Caputo pidió a los bancos que las suban, para evitar que se dispare el dólar blue.

Y por más “Keynes sos un ladrón“, por el momento hay un intervencionismo inevitable, sobre todo, para congelar o postergar aumentos en las tarifas que afecten el descenso de la inflación.

La batalla cultural

En tanto, con un gobierno todavía atado por los frenos que le impone la política más tradicional, Milei apuesta a la batalla cultural. Da resultados dispares. Las denuncias contra las organizaciones piqueteras han dado en el blanco, porque principalmente el voto castigo a la casta tenía que ver con los recursos que se volcaban a los planes sociales.

La batalla cultural más espesa o profunda es con el kirchnerismo por tirar abajo el andamiaje de significados sobre el rol del Estado, aunque las contradicciones de Milei en este punto sean al menos pasajeras. Especialmente con Cristina, por cómo la ex presidenta modeló con la palabra y el acto masivo a su vez lo que implicaban estas fechas.

El 25 de mayo era una instancia cara para el kirchnerismo porque resignificó o fundió lo patriótico con el ascenso de Néstor Kirchner. Los tiempos cambian. En la línea de avanzada no está ya La Cámpora, que se volvió institucional, sino los tuiteros de Milei. Como el mismo presidente, son rockstar en el campo de batalla digital porque la pelea es por el discurso.

Para Milei, Mayo es una doctrina que es liberal. Aunque no logró darle un mazazo definitivo al kirchnerismo, tendrá otros momentos para conseguir su propio hito, que lo reconecte en línea directa con los padres fundadores de la Patria. Eso sí, como exhibió en el Luna Park, el liderazgo arriba del escenario ya no sólo historiza para confrontar y romper. También canta.

Milei cierra de esta manera una semana en la que tuvo dos actos multitudinarios con mensajes que pueden interpretarse en diversas capas sobre esta nueva configuración que está en ciernes y que busca sacudir las estructuras que se consolidaron -y corroyeron- desde 2003 en adelante.