El jueves por la siesta los teléfonos se descontrolaron. De un lado y del otro, todos intentaron saber qué estaba pasando con ese fallo de la Cámara Federal de Casación Penal que, además de poner al ex juez Walter Bento al borde de la liberación, le abrió la puerta a su defensa para que se dispense con una artillería de chicanas y medidas judiciales tendientes a llevar el caso y el juicio a un terreno donde se mueve con comodidad: el barro.

En tres años, desde que Bento fue imputado, la causa nunca quedó tan salpicada por el fango judicial. Más allá de las acusaciones del magistrado destituido acerca de la hipótesis del lawfare en su contra, el expediente siempre transitó en un escenario de normalidad. Con claroscuros, sí, pero dentro de los parámetros acostumbrados en una provincia que, cada diez años, se sacude con una bomba salida del edificio de la Justicia Federal ubicado en avenida España y Pedro Molina.

Desde el principio, Bento sostiene que es víctima de una mega confabulación política, judicial, mediática y personal. Traducido, cree que se armó un eje del mal para perjudicarlo, que está integrado por sectores del macrismo, del radicalismo, del kirchnerismo, además de jueces, fiscales, abogados y periodistas. Y a eso, hay que sumarle el encono que, según él, le tiene el fiscal Dante Vega.

Incluso si eso fuera cierto, sería apenas un detalle en comparación con la abrumadora cantidad de pruebas en su contra. Y es ahí donde Bento hace agua; a la hora de justificar conductas, movimientos financieros, compras, ventas y viajes. No sólo lo que aparece en el expediente. Fuera del caso han quedado situaciones que por tiempo y discrecionalidad la Fiscalía decidió marginar, pero que fueron clave para que el Jury de Enjuiciamiento decidiera echarlo del Poder Judicial de la Nación.

Justamente, esa fue la causal de la preocupación del jueves por la tarde. Los celulares explotaron. No quedó referente político de Mendoza o funcionario judicial que activara sus contactos para saber por qué Casación había tomado esa determinación. Por qué los jueces Carlos Mahiques y Javier Carbajo habían decidido ir deliberadamente en contra de los que establece de manera explícita y sin segundas interpretaciones el artículo 115 de la Constitución Nacional: “Los jueces de los tribunales inferiores de la Nación serán removidos por las causales expresadas en el Artículo 53, por un jurado de enjuiciamiento integrado por legisladores, magistrados y abogados de la matrícula federal. Su fallo, que será irrecurrible, no tendrá más efecto que destituir al acusado. Pero la parte condenada quedará no obstante sujeta a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes ante los tribunales ordinarios”.

Carlos Mahiques, Javier Carbajo y Gustavo Hornos, los jueces de la Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal.

El fallo de Casación fue 2 a 1. Siempre, en estos casos, se guarda una reserva para que la movida no sea evidente. Por eso, el voto de Gustavo Hornos indicó que la resolución por la cual el Tribunal Oral Federal 2 de Mendoza ordenó la detención de Bento una vez destituido, se ajustaba a derecho y no había nada que reprochar; incluso, con el recurso de queja interpuesto por la defensa en la Corte Suprema para ver si se puede mantener la inmunidad de arresto que perdió cuando fue echado de la Justicia.

Para Hornos, sobran motivos para que Bento esté alojado en el Complejo Penitenciario Federa del Cacheuta. En su relato, hizo una enumeración de las acusaciones en su contra. Y así, puestas todas en una carilla y media, a tres años de la primera imputación, no deja de sorprender. Es un paseo por el Código Penal de la Nación. Cohecho pasivo, lavado de dinero, prevaricato, enriquecimiento ilícito, omisión y retardo de justicia y falsedad ideológica. Todo, coronado con la imputación de jefe de una asociación ilícita.

Mariano Fragueiro Frías, el abogado que tomó la defensa de Bento luego de que el Consejo de la Magistratura lo suspendiera y Mariano Cúneo Libarona -actual ministro de Justicia de la Nación- renunciara a seguir representando al ex juez, conoce a la perfección los pasillos de Comodoro Py, el corazón de la Justicia Federal argentina. Sabe cómo moverse en la superficie y en la profundidad de un edificio donde se manejan otros códigos y donde las influencias suelen pesar más que las evidencias. O, al menos, sirven para dilatar, ganar tiempo, ensuciar la cosa.

El abogado defensor de Bento, Mariano Fragueiro Frías.

En Mendoza tratan de ser cautos. Algunos entienden que son las últimas balas que le quedan a la defensa. Que saben que el juicio está desnudando la trama del pago de coimas y que se encamina a una sentencia condenatoria.

La idea es salir de esa discusión y llevarla a otro plano. Y, de ser posible, a otra jurisdicción. Hay magistrados que entienden que Mahiques -y Carbajo detrás- le tiraron un guiño a María Romilda Servini, ama y señora de Comodoro Py, líder de la cofradía de jueces con competencia electoral e histórica madrina protectora de Bento en la Justicia Federal.

La jueza federal María Romilda Servini.

Poner en escena a la jueza “Barú Budú Budía” tiene cierta lógica a partir de situaciones que se dieron a lo largo de la investigación. Desde Comodoro Py se armó hace más de un año una ingeniería para que Bento -oh, casualidad- tomara en Mendoza una actuación que tramitaba Servini contra un empresario mendocino en Capital Federal, y con quien el destituido juez deseaba limar asperezas. De ese encuentro resultó un pacto de no agresión que duró unos pocos meses.

En la Justicia Federal interpretan al fallo de Casación como un “es todo lo que podemos hacer para ganen tiempo y metan todos los recursos que quieran”. Otras fuentes, en cambio, son más cándidas y sostienen que Mahiques siempre ha sido un ortodoxo, y que si bien su voto parece algo forzado, no es la primera vez que se muestra puntilloso y susceptible a detalles menores.

Si hubiese querido y hubiera estado convencido, ordenaba la inmediata libertad de Bento. Pero no lo hizo. Tampoco cuestionó las prisiones preventivas, que continúan firme. Al contario, sugirió a las juezas Gretel Diamante, Carolina Pereyra y Eliana Rattá cómo redactar una nueva resolución. Aún así, dejó abierto el juego. Y le dio luz verde a Fragueiro Frías para recusar a las magistradas, tratar de embarrar la cancha y hacer caer el juicio. Que tenga éxito es otra historia.