Pasó una nueva Fiesta Nacional de la Vendimia. Aunque algunas situaciones hacían prever que podía ser conflictiva, por las marchas y protestas previstas, al fin de cuentas todo transcurrió con cierta tranquilidad. Quienes protestaron lo hicieron y, los que quisieron celebrar, tuvieron su brindis, cada uno en su lugar, sin perturbar el espíritu de la tradición.

Pero esto no indica que todo estuviera de diez. Por el contrario, en la noche del Acto Central, los mendocinos y turistas que fueron al teatro griego padecieron la mala organización. Hubo grandes demoras y congestiones para ingresar, principalmente, porque faltaba cartelería. También estuvieron facturando los inescrupulosos de siempre, que en las inmediaciones cobraban mil pesos el estacionamiento: una locura, sin que ningún control pudiera poner freno a semejante avivada. Hay que cuidar estos aspectos, porque la fiesta es una de las postales más clásicas de una Mendoza que quiere convencer a los turistas para que vengan, vuelvan y disfruten.