Rebeca Abigail Rollano (40) tenía base en el barrio Fuerza y Progreso de El Bermejo, en Guaymallén. Decía ser ama de casa pero llevaba una vida de lujos: autos y teléfonos de alta gama y movimientos de grandes sumas de dinero en dólares generaron varias investigaciones federales por comercio y tráfico de estupefacientes.

Amiga de otras narcos y destacada por “tener poder” en el ese mundo delictivo, terminó tras las rejas en el 2022, cuando un teléfono celular fue secuestrado después del descubrimiento de un cargamento de cocaína valuado en 170 mil dólares.

Este lunes por la tarde, la mujer fue condenada a 9 años de cárcel por traer a Mendoza desde Salta 17 kilos de cocaína escondidos en cuatro encomiendas donde venían un par de parlantes y dispenser de agua. Le declararon la reincidencia, por lo que deberá cumplir la totalidad de la pena sin recibir beneficios.

El objetivo de la organización era distribuirlos en distintos puntos de la provincia. Y para eso contaba con diversos miembros que cumplían determinados roles a cambio de dinero.

El Tribunal Oral Federal Nº2, a cargo de Héctor Cortés, Pablo Salinas y Roberto Naciff, la sentenció como coautora de los delitos de transporte de estupefacientes agravado por la participación de tres o más personas.

Para lograr el objetivo, Rollano actuó junto con una joven identificada como Giuliana Gianella Milagros Tapia (22) y su cuñado, Franco Flavio Fernández Cruz (30), quienes también terminaron hallados culpables y deberán pasar seis años en prisión. Otros dos sospechosos que permanecieron en el banquillo durante el proceso oral, que contó con la auxiliar fiscal Graciela Peroni como acusadora, terminaron absueltos.

Tapia, además, fue condenada por uso de documento falso porque presentó un certificado médico apócrifo con el fin de justificar una salida mientras se encontraba con detención domiciliaria controlada por pulsera electrónica.

La Gendarmería informó sobre el procedimiento dos semanas después de ocurrido. Las cuatro encomiendas con la droga.

De acuerdo con el requerimiento de elevación a juicio del fiscal federal Fernando Alcaraz, Rollano dirigió el transporte del estupefaciente desde Salta a Mendoza y mantuvo las conexiones necesarias con los proveedores mayoristas.

Los ladrillos de cocaína arribaron el 30 de abril del 2022 provenientes de la ciudad de Orán en cuatro encomiendas y fueron retirados por Tapia el 2 de mayo a las 13 de un galpón de la empresa Andesmar Cargas, ubicado sobre el carril Rodríguez Peña.

Pero los investigadores de la Gendarmía ya conocían que en el interior de los paquetes había sustancias prohibidas. Un empleado sintió olor a hojas de coca y dio aviso a la fuerza nacional. Los uniformados se presentaron en el predio y analizaron los cuatro bultos negros envueltos en cinta transparente y que tenían como destinatario a Tapia.

Al abrirlos, encontraron los panes de la droga ocultos en parlantes y dispenser de agua.
En ese momento se inició la investigación y esperaron a que Tapia se presentara en la empresa para retirar los paquetes. Cuando lo hizo, dos días después, quedó detenida a disposición de la Justicia.

Con el paso de los días, los pesquisas analizaron el teléfono de la joven y surgieron pruebas que comprometieron a otros personajes: encontraron conversaciones con Rollano y se determinó que la mujer de 40 años era quien dirigió el tráfico de la droga.

También se comprobó en la investigación -y en el debate- que Fernández Cruz, en pareja con una hermana de Rollano, participó de la coordinación de la maniobra y era uno de los cobradores de la droga. “Se trataba de un colaborador de primera mano y de extensa confianza” de Rollano, se desprendió de la pesquisa.