Como vicepresidente de la Juventud Provincial de la UCR de Mendoza, siento una profunda tristeza e impotencia ante la situación que nos tocó vivir el viernes a la noche en el acto que el cobismo realizaba en Ciudad. El mencionado mitin había sido promocionado como un acto del radicalismo en la Capital, por lo que fui acompañado por dos militantes y miembros del Comité de la UCR. Al llegar, inmediatamente entramos y nos sentamos entre la gente, esperando escuchar a los oradores.

    En ese momento se acerca un militante del partido y me dice que estaban todos asombrados de vernos allí y que iban a referirse a nosotros en sus discursos. La verdad es que no comprendía cuál era el asombro, toda vez que es común que nosotros participemos de los actos del radicalismo y, teniendo en cuenta que hasta el año pasado yo era vicepresidente del radicalismo de la Capital, no entendía el porqué del mencionado asombro.

    Pero, claro, la verdad es que al escuchar a los oradores, quienes con loas y alabanzas se referían al presidente Kirchner y, al mismo tiempo, renegaban de nuestra historia justificando lo que ya no pueden justificar, es que comencé a entender, y el asombrado pasé a ser yo, que no sabía si me había equivocado de lugar y, en vez de entrar a un acto radical, estaba en uno del Frente para la Victoria. Cuando ya el acto estaba a punto de comenzar, ya que habían llegado los máximos dirigentes del cobismo, entre ellos el vicegobernador, el intendente Biffi y el diputado nacional Alfredo Cornejo, entre otros, se nos acercan dos tipos con olor a alcohol, quienes nos piden de manera intimidatoria que los acompañemos afuera, nos dicen que no hagamos ruido porque iba a ser peor, que ya íbamos a ver lo que nos iba a pasar y que saliéramos.

    Antes este accionar mafioso, nos paramos e hicimos como que nos dirigíamos a la puerta, siempre escoltados por estos matones, pero, sin pensarlo, nos desviamos a la mesa en donde se encontraban los dirigentes y le manifestamos esta situación, pidiéndoles que garantizaran nuestra seguridad. Luego de relatar lo que vergonzosamente nos tocó sufrir, me gustaría dejar en claro que esto no fue espontáneo, ya que estos tipos no nos conocían y nosotros tampoco a ellos, esto se armó cuando nos vieron llegar y, es más, estos sujetos eran conocidos por uno de los intendentes que allí se encontraba, quien los llamó, incluso, por sus nombres de pila.

    También me gustaría responderle al intendente de Rivadavia, Ricardo Mansur, quien, con un discurso de un tono claramente agresivo, fomenta este tipo de hechos. Señor Mansur, le respondo ahora, pero sepa que me hubiera gustado hacerlo en el mismo momento en que usted dijo que habían alcahuetes del otro bando escondidos entre la gente, cuando no lo pude hacer porque, seguramente, la intolerancia demostrada no lo hubiera permitido.

    En primer lugar, no formamos parte de ningún bando o banda, somos militantes de la UCR, los que forman bandas son los que alguien mandó para amedrentarnos y que usted, con su discurso, apañó. Tampoco somos alcahuetes de nadie, es una pena que no nos conozca, porque somos parte de quienes trabajaron para que usted hoy sea intendente. Por último, sepa que no estábamos escondidos, no teníamos puestas ni caretas ni pelucas, es más, estamos orgullosos de ser quienes somos, de cómo actuamos y de haber colaborado para que usted hoy también sea gobierno.

    Termino agradeciendo a quienes nos ayudaron a salir ilesos del acto, pero también les pido que hagan todo lo que esté a su alcance para que, en donde se levante una bandera de la UCR, pueda haber siempre un espacio abierto al diálogo, a la razón, a la tolerancia, y no lo que tristemente tuvimos que vivir en este acto.