De una tradición que pasó de madres a hijas a convertirse en una alternativa económica para abrigarse. Tejer no es una actividad ajena a la inflación, ya que en algunos negocios mendocinos reportaron que han tenido un incremento del 100% de un año al otro.

En un comercio de calle Entre Ríos, donde se encuentran las principales lanerías, las empleadas recuerdan con anhelo las épocas en que una larga fila de mujeres rodeaba el local para poder entrar y comprar. Actualmente, señalaron que las ventas bajaron casi un 80% y esperan con ilusión la llegada de las temperaturas bajo cero, que se convertirán en una oportunidad para que aumente la demanda de este producto.

Una señora se llevaba una gran cantidad de lana.

La lana preferida es la denominada fantasía, que contiene brillitos y estampados. Elegidas por la mayoría, tienen un valor de 700 pesos el ovillo. Por otro lado, las más caras son las criollas, que se destacan por su pureza, cuyo valor es de 6.900 pesos el kilo.

En otro de los locales consultados por El Sol, detallaron que mes a mes han tenido que modificar los precios y agregarle un aumento del 10% en lo que va del año.

A pesar de tener el local lleno, las empleadas apuestan a tener más clientas en julio, cuando se produzca el cambio de estación. Los costos de las lanas, en este caos, oscilan de 180 a 465 pesos para los 100 gramos, mientras que el kilo parte desde los 3600 a los 4600 pesos.

En el interior de la tienda se encuentran clientas de todas las edades. Algunas tejen para sus familiares y otras lo hacen para vender en sus propios emprendimientos. Todas tienen en su mano un papel y una lapicera para hacer las cuentas y analizar los montos que van a gastar.

La llegada del Día del Padre – el 18 de junio- convocó a un grupo de jubiladas que fueron a comprar algunos ovillos para regalar un gorro o una bufanda. La pelea es contra la inflación, principalmente por los valores que ven en las vidrieras.

Si bien han aumentado los precios, sigue conviniendo tejer porque te sale 3.700 pesos hacer un pullover y con ese dinero no encontrás nada así ya confeccionado“, sostuvo Lourdes García, quien además agregó que en esta temporada ya ha realizado varios tejidos.

El aluvión de chilenos a la provincia también fue un salvataje para los comerciantes del local ubicado en calle Lavalle. A pesar de eso, el cierre del paso Cristo Redentor por las precipitaciones níveas los preocupa, ya que no ven mucha concurrencia de mendocinos.

Confecciones artesanales

Tejer es una pasión, un hobby y hasta un momento para distenderse y socializar. Así lo definieron las mendocinas consultadas sobre esta actividad. De igual forma, se convirtió en una salida económica.

Promociono mi negocio por redes sociales o el boca en boca“, comentó Gladys, una emprendedora que buscaba lanas en calle Entre Ríos. Los pedidos son por encargo y el único requisito que solicitan es que se tomen las medidas.

Los precios varían según la confección, diseño y tamaño del cliente y oscilan desde los 5 mil hasta los 10 mil pesos.

Algunos emprendimientos son familiares y otras son jóvenes que realizan esta actividad por gusto y para solventar los gastos que, por ejemplo, tienen de la facultad.

La exclusividad, originalidad, calidad y el bajo costo son las razones por las que muchos prefieren comprar este tipo de tejidos antes que inclinarse por los industriales.

Los sweaters, por las nubes

En las vidrieras de los locales del centro se puede apreciar una amplia variedad de tejidos.

En un comercio de una marca nacional los sweaters de mujer parten desde los 5 mil hasta los 11 mil pesos. En cambio, los de hilo -que son más económicos- oscilan los 3 mil pesos.

En el caso de la indumentaria masculina los valores están por las nubes, pero esto responde en buena medida a la proximidad por el Día del Padre -18 de junio-. Un saco de lana va desde los 4 mil pesos hasta los 20 mil pesos.

Lo mismo ocurre con los sweaters, cuyo costo parte de los 3 mil pesos a los 15 mil pesos.

Sweaters gruesos, poca originalidad y en ocasiones mal confeccionados fueron algunas de las quejas que indicaron las mendocinas consultadas que observaban las vidrieras.

Es por eso que la actividad que pasó de generación en generación aún sigue ganando terreno en la provincia.