En casi todas las jornadas de juicio por el llamado Bentogate, el nombre de Diego Alfredo Aliaga es tema principal del proceso y este miércoles no fue la excepción. Además de la declaración de un par de efectivos de la Policía contra el Narcotráfico (PCN), quienes lo mencionaron como informante, respondió preguntas el hermano del ex despachante de aduana secuestrado y asesinado en julio del 2020.

El Loquillo, como lo llamaba su círculo íntimo, tenía 51 años al momento de su muerte y, además de ser ex despachante de aduana, prestamista y hombre de confianza de un par de oficiales a los que brindaba data por casos de contrabando, era señalado como nexo de la organización criminal que, presuntamente, cobraba coimas en miles de dólares y lideraba el juez federal Walter Bento.

Básicamente, para la fiscalía, representada en el juicio por Dante Vega y María Gloria André, Aliaga era quien mantenía contacto con delincuentes, sus abogados y pedía los sobornos para que luego recibieran beneficios en el Juzgado Federal Nº1 de Mendoza.

Gonzalo Aliaga habló casi dos horas en la primera jornada de debate de esta semana. La fiscalía buscó su testimonio para conocer un poco sobre la vida del “informante Nº59”, como lo tenía clasificado la PCN, sus negocios, relaciones de confianza y vehículos en los que se movilizaba.

Comprobar que existía una relación estrecha entre Aliaga, Bento y algunos delincuentes es uno de los objetivos del Ministerio Público, y gran parte del aporte del testigo fue considerado de importancia porque se direccionó hacia esas sospechas.

En un tramo de su testimonio, Gonzalo Aliaga dijo que su hermano tuvo en su poder la camioneta del juez federal Bento, uno de los asuntos centrales para confirmar que existía relación de confianza entre ellos. “Me dijo que era del señor Bento”, dijo, mirando al tribunal, presidido por Gretel Diamante, sin recordar la fecha exacta, pero aportando que fue años antes de la pandemia. “Lo único que conozco era que la camioneta estaba estacionada en la casa de Diego. Se la había llevado para la venta. La vi una vez. No supe más nada, ni el color me acuerdo”.

“Su hermano recibía vehículos para la venta”, preguntó la fiscalía. Y la respuesta de Gonzalo Aliaga fue positiva.

En un principio, el suspendido juez federal declaró que conoció a Diego Aliaga porque lo investigó en una causa por contrabando y que luego se lo encontró en el mismo barrio donde vivían, en el exclusivo Palmares de Godoy Cruz.

También contó que no tenía una relación de confianza con él pero terminó expresando que le prestó su camioneta VW Amarok 2016 como posible comprador y también para que lo ayudara a comercializarla, ya que era como una especie gestor dedicado a la compra y venta de vehículos. Los acusadores sostienen que existen pruebas que confirman que hasta uno de los hijos de Aliaga circulaba en rodado.

Gonzalo Aliaga no sólo habló de la Amarok del juez. Recordó un viejo hecho de inseguridad en el que su hermano fue baleado durante un asalto en la casa donde vivía en Chacras de Coria para robarle una importante suma de dinero destinada al pago de unos productos que comercializaban, de la relación que mantenía con el hombre que está acusado de matarlo, Diego Barrera, los negocios con el abogado procesado Jaime Alba, y aseveró que lo vio dos veces con Walter Bardinella Donoso, el narcotraficante sospechado de ser parte de la organización y cuyo teléfono fue clave para conocer que existía un entramado de arreglos entre destacados eslabones con llegada a los Tribunales Federales de calle España y Pedro Molina.

Gonzalo Aliaga reveló que los vio juntos “diez minutos” en la propiedad de Rodeo de la Cruz, Guaymallén, donde se cree fue secuestrado tiempo después y que se lo presentó “como un amigo”.

“Le mostró algunas partes de la casa, no sé de qué hablaron”, señaló el testigo, para luego agregar que, en otra oportunidad, los tres compartieron una cerveza. “Creo que fue en la casa de Diego, el Palmares. No había otra persona. Fue un ratito nomás”, dijo, para luego explicar que desconocía cuál era el tipo de relación tenían.

Walter Bardinella Donoso tenía pedido de captura para marzo del 2020. La PCN lo buscaba por un cargamento de más de 200 kilos de marihuana. Tenía pedido de captura y se hizo efectivo el 6 de ese mes. Secuestraron un teléfono celular y los peritajes permitieron conocer que el narco se comunicaba y hablaba de negocios con su abogado y amigo, Luciano Ortego, (procesado en esta causa), para también saber que tenía agendado a Aliaga como “Fernández”.

En audiencias pasadas, la subcomisario Verónica Abaca, de licencia pero responsable de Robos y Hurtos de Investigaciones, explicó que le dieron la tarea de buscar información en el teléfono de Bardinella.

El objetivo era conocer datos sobre la desaparición de Aliaga después de julio del 2020 –el cadáver fue hallado en setiembre– y terminó encontrando diálogos entre el letrado y el narco sobre cómo sacarlo del medio a “Fernández” de los citados negocios.

Por todo esto, la declaración de Gonzalo Aliaga sirvió para potenciar la hipótesis de base que señala que el Loquillo funcionaba como una especie de mano derecha del magistrado y que este, muchas veces, se contactaba con los abogados y sus clientes para llegar a algún acuerdo de coimas para luego morigerar su situación procesal en el juzgado.