Argentina atraviesa la segunda ola de la pandemia por coronavirus y la “nueva normalidad” queda relegada. De esta manera, muchos siguen en modalidad de teletrabajo.

En este atípico escenario del mundo laboral, todavía quedan muchas dudas por despejar sobre quién debe sufragar gastos que en el trabajo presencial asume la empresa e, incluso, de cómo controlar que la jornada laboral no se extienda más de lo estipulado.

El sitio El Confidencial entrevistó a Alejandra Gútiez, abogada laboralista, para despejar varias sobre estos gastos que por el momento afrontan muchos trabajadores que hacen home office.

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“Todas las cuestiones relativas a los equipamientos de trabajo, a la responsabilidad y a los costes deben ser definidos claramente antes de iniciar el teletrabajo. En este tipo de trabajo a distancia, prima el acuerdo de voluntades”, señaló la abogada.

Y aclaró: “Ahora bien, en el contexto que nos ocupa en el que el teletrabajo básicamente se impone para garantizar la protección de la salud del trabajador, debe aclararse que los costes derivados de la obligación de adoptar las medidas necesarias en materia de prevención de riesgos laborales –protección de salud– no deberían recaer en modo alguno sobre los trabajadores”, aclara.

Teniendo en cuenta este planteamiento, la abogada argumenta que el sobrecoste en el que incurre el trabajador con motivo, precisamente, del desarrollo de su actividad profesional, “correrá a cargo de su empleador, incluido, por supuesto, el sobrecoste de energía”.

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Este mismo sentido, con la conexión a internet debería suceder algo parecido: “En la medida en que el wifi sea una herramienta de trabajo indispensable para llevar a cabo la prestación de los servicios, la empresa debería, al menos, asumir la parte proporcional de internet correspondiente a la jornada efectiva de trabajo pactada con su empleado”.

Muchos empleados están poniendo a disposición de la empresa material informático propio que al ser utilizados en mayor medida reducirán su vida útil, algo que, al fin y al cabo, repercute económicamente en el trabajador.

En este sentido, Gútiez advirtió que parece difícil cuantificar el impacto que puede tener el uso excesivo de nuestros propios equipos. “Desde mi punto de vista, quizá lo razonable sería valorar en un momento inicial de la nueva situación de teletrabajo, si el trabajador prefiere hacer uso de su propio dispositivo o, en su defecto, si opta por que el empresario ponga a su disposición un nuevo aparato ‘ad hoc’ para su uso profesional”, señaló la laboralista.