Desde que se ordenó la detención de Diego Alejandro Barrera (51), su esposa y los dos hijos de ella, a principios de este mes en el barrio Dalvian de Ciudad, en la fiscalía federal de Fernando Alcaraz tenían confirmado que las pruebas incorporadas por la desaparición del empresario Diego Aliaga apuntaban hacia ellos.

“Están bien imputados, con pruebas” por secuestro extorsivo agravado por la participación de tres o más personas, contaron fuentes judiciales consultadas por El Sol.

Este martes se cumplen cuatro semanas desde que el ex despachante aduanero de 51 años dejó de ser visto cuando iba a encontrarse con Barrera en un inmueble de calle Bandera de los Andes de Guaymallén, y los cuatro imputados del caso –además de Barrera, están su mujer, Bibiana Sacolle (46), y Gastón (29) y Lucas Curi– están a la espera de una definición importante: si el juez Marcelo Garnica les otorga este martes la excarcelación o, en su defecto, la detención domiciliaria.

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Pero, más allá de lo estrictamente relacionado a la situación de encierro de los cuatro sospechosos, en la causa –que se encuentra secreta– se sumó una prueba de importancia que vincula estrechamente a uno de los acusados con el presunto secuestro que sufrió Aliaga.

Efectivos de Investigaciones de la provincia, quienes trabajan desde el minuto uno en la pesquisa, dieron en las últimas horas con el negocio donde se vendió el teléfono celular que utilizaron para llamarle al hermano del empresario, Gonzalo Aliaga, para exigirle que juntara un millón de dólares si quería volver a verlo con vida.

Para los detectives de la causa, y ante la falta del hallazgo de Aliaga, se trata de la prueba recolectada más importante de la investigación.

El local donde fue adquirido el aparato se encuentra en Las Heras –se reserva la dirección por pedido de los detectives– y el propietario del lugar comentó que podía reconocer a la persona que lo adquirió.

Por la información a la que accedió este diario, gracias a las imágenes que le mostraron, el comerciante sostuvo a los sabuesos que se trataría de uno de los hijos de Sacolle, es decir, Gastón o Lucas.

Para los investigadores, sería el primero de los citados quien habría adquirido el aparato días antes de que Gonzalo Aliaga recibiera el dramático llamado en el que le daban de entender que su hermano estaba cautivo.

En una entrevista que accedió con El Sol, el hermano del empresario desaparecido dijo que recibió una sola comunicación mientras realizaba la denuncia por averiguación de paradero.

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El diálogo fue corto pero directo: “Dejá de mover el avispero y andá juntando el palo verde”, le dijeron. Gonzalo Aliaga contó en la charla que sintió que las personas que tenían a su hermano le estaban siguiendo los pasos y sabían que se encontraba radicando una presentación en la Justicia.

Después de esa comunicación, no hubo más llamados. El caso pasó a ser investigado por la Justicia federal como secuestro extorsivo y la llamada pasó a ser la prueba a seguir para ubicarla

Con el paso el paso de los días, se confirmó que el aparato utilizado fue descartado pero eso no desalentó a los pesquisas. 

De esta forma fue como llegaron hasta el negocio lasherino donde fue vendido. Analizaron cámaras de seguridad de la zona y, de acuerdo con las fuentes, se identificó a uno de los sospechosos, uno de los hijastros de Barrera.

Por esto es que en la Justicia federal sospechan que este hombre con antecedentes delictivos, quien es considerado un socio de Aliaga por algunos negocios que tenían juntos (incluso, Barrera vivía en la casa de él en el barrio Dalvian), está relacionado con la desaparición.

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El hecho y la sospecha 

La reconstrucción sostiene que Aliaga y Barrera pasaron la noche del lunes 27 y la madrugada del 28 de julio, juntos con dos mujeres en la casa del primero en el barrio Palmares de Godoy Cruz.

Barrera fue el primero en retirarse con una de las féminas. Luego lo hizo Aliaga, el martes por la mañana, con la otra mujer y en la camioneta BMW X6 de un abogado amigo del barrio, quien solía jugar a las cartas con él. Su vehículo, una Porche Cayenne, había sufrido un desperfecto mecánico y por eso le pidió prestada la suya al letrado.

Ese día había pactado en encontrarse con Barrera en una propiedad de calle Bandera de los Andes al 9000, en Rodeo de la Cruz, para una supuesta inspección municipal que iba a realizarse porque tenían pensado iniciar los trabajos para tener una clínica de rehabilitación.

Desde ese momento, la familia Aliaga no tuvo más novedades de él. Su hermano llamó a Barrera y este le dijo que tenía entendido que se había ido con una mujer.

Cuando la situación ya generaba preocupación, Gonzalo se dirigió a radicar la denuncia y en ese momento recibió el llamado en el cual le pedían el millón de dólares.

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Luego se supo que Barrera tomó el control de la BMW X6 y retornó manejando al barrio Palmares. Utilizó la tarjeta de ingreso personal de Aliaga para llegar hasta su domicilio.

En el interior de la propiedad habría desconectado cámaras y hasta revisado algunas habitaciones en busca de papeles y/o dinero en efectivo.

Cinco días después, por las pruebas incorporadas, Barrera y su familia terminaron tras las rejas. El fiscal Fernando Alcaraz imputó a los cuatro sospechosos y hace pocos días se ordenó que pasaran a la cárcel.

La defensa solicitó la libertad y en juez Marcelo Garnica resolverá este martes si hace lugar al requerimiento.