No pasan dos minutos de la charla y Ariel Tarico ya nombra a lo que parecerían ser sus dos pilares fundamentales: su padre y el humor.

El imitador, humorista, caricaturista, actor, locutor que por estos momentos brilla en Radio Rivadavia y TN nombra a don Juan Carlos Tarico apenas comienza la charla.

“¿Qué te pasó?”, le pregunto para ver por dónde agarra. Y ahí empezó todo.

¿Qué me pasó? Me lo pregunto todos los días, ¿qué me pasa?, y trato de usar el humor justamente para cuestionar y cuestionarme. El humor en principio a mí me salvó la vida, porque de chico cuando mi viejo murió yo tenía 6 años. Entonces me dejó de herencia un poco el amor por los humoristas, el gusto por el humor gráfico, los dibujantes y también por los que aparecían en la tele en ese momento, eran como mi medicina los cómicos”.

Juan Carlos Tarico era el gracioso, tanto en la zapatería de la Galería Peirotén en la Peatonal San Martín de Santa Fe como en las fiestas familiares. Imitaba a Julio Márbiz, a Gina María Hidalgo. Ahí, en las húmedas tardes santafesinas fue que Arielito tuvo su Disneylandia. Los personajes no eran Mickey Mouse o el Pato Donald. Eran el que vendía praliné -a la garrapiñada se le dice “praliné”, recordar que la historia transcurre en Santa Fe-, Tachuela, el mozo del bar, una fauna provinciana y alegre en donde destacaba don Tarico que llegó a hacer la locución del cotillón de al lado.

La gracia es algo que le viene de chiquito, cuando su tía Lala se disfrazaba en los cumpleaños e imitaba a sus amigas. Todavía recuerda -y es un recuerdo que le llega rápido- el día en que la tía, una especie de Niní Marshall del litoral, se vistió de bailarina y les presentó la versión graciosa de “El lago de los cisnes”, “El Setúbal de los cisnes”, podría decirse.

También aparece el momento en que papá Tarico se apareció con un original de la tira que día a día compartían leyendo el diario “El Litoral”. “El bicho” se llamaba la tira, la hacía el ilustrador Bernardo Facta -que ahora vive en España- y Ariel tuvo la suerte de que la madre del dibujante era clienta en la zapatería donde trabajaba su papá.

Claro que como todos saben, Disneylandia no es para siempre y a los seis años, Ariel se quedó sin papá. Una muerte prematura se lo llevó.

– Imagino que con esa relación tan linda que tenías con tu papá, su desaparición temprana debe haber sido durísima.

– “Sí porque además no lo pude enfrentar a mi viejo; no lo pude cuestionar; no me pude pelear con él. Se fue con esa imagen ideal de superhéroe y entonces mi viejo para mí siempre va a ser un misterio porque nunca lo terminé de conocer. A veces alguna gente por las redes me dice ‘che, yo jugué al fútbol con tu viejo’ y me cuenta historias así y de a poco las voy recopilando”.

Y con esa imagen de papá super héroe ese mundo de historietas, humoristas, cómicos y observación de la realidad no se fue más.

Cuando ya todos en la familia asumieron que estaban en presencia del artista del grupo porque siempre estaba dibujando o porque le gustaba el teatro, se fueron preparando. Por eso ahora cuando vuelve a Santa Fe no es “el primo de la tele” sino uno más con un trabajo un poco extraño.

Y aparece, claro, el protagonismo de mamá docente que siempre acompañó el camino -lo llevaba al Liceo Municipal, a los talleres de plástica- pero que no dejaba de preguntar “¿cuánto te van a pagar?”, no por interés económico, sí por interés vital. Era el desafío que Ariel necesitaba. Por eso cada contrato, cada actuación era la demostración de que sí, podía ser el artista que quería ser. Igual, mamá nunca dejó de preguntar “¿Te parece?¡Con las cosas que decís en radio!”.

Por su garganta pasan Alberto Fernández y Mauricio Macri, el Papa y Axel Kicillof, Lilita Carrió y Hugo Moyano, entre otra decena de personajes. Pero -y acá la gracia- no sólo pasan por su voz.

– “Yo uso los personajes para opinar, es como un juego medio psiquiátrico de meterme en la cabeza del otro. Mi idea es generar un muñeco aparte del real, un muñeco que por ahí puede ser hasta más querible”.

– Muchas veces necesitás que sea más querible.

– “Sí, es como jugar con una plastilina”.

– Mucha gente te ve como un analista político ¿te pesa eso?

– “No ¡qué se yo! A ver, a mí me divierte desde siempre mucho la política. Siempre estuvo rondando por ahí. De chiquito copiaba las caricaturas de la revista Humor, las de Menem por ejemplo. Siempre la política es algo que se hablaba en casa, algo natural, debatir la política, ver los programas de Grondona o Neustadt, charlar con mi viejo, putear al televisor es algo que ya lo tengo incorporado y que me sale naturalmente”.

– Se produce algo raro en tus diálogos. Los periodistas que interactúan con vos creen casi que están hablando con la persona que estás imitando y te preguntan cosas que quizás no tienen la posibilidad de preguntar realmente.

– “Sí, se da como un laburo de improvisación teatral, o de ‘constelaciones familiares’. Algo así pasa. Mirá es muy loco, cuando empecé en Radio Mitre Néstor Ibarra pedía que saliera por teléfono o desde el estudio de al lado, así se lo podía imaginar mejor. Entonces él me hacía preguntas en serio y a veces los personajes le contestaban de manera fuerte. Es un juego de improvisación que no sabés dónde termina”.

– Ese juego de improvisación te da la posibilidad de estirar los límites de la libertad mucho más de lo que habitualmente se usa. Vos sabés que decís cosas que no se dicen.

– “Sí, a ver qué se yo, me parece que la caricatura, la sátira, siempre tiene esas libertades de jugar como un equilibrista…”

– Siempre las tiene, no siempre las usa…

– “Puede ser”.

– Supongo que hay ahí, en ese estirar lo que se puede decir, hay una de las claves de tu éxito.

– “Pero tiene que ver el contexto también. Fijate mucha gente me dice en tuiter: ‘¡Qué lindo sería un programa en el que estén Bazán, Gasulla, vos!’ y yo digo que sería medio aburrido porque todos pensamos más o menos igual. En cambio en una mesa donde todos van por el mismo lado, voy y tiro una bomba, ¡pum! Salgo. A mí me gusta romper estructuras o desacartonar, entonces funciono más en ese contexto.  Así funciona el humor, con la fórmula Portales/Olmedo, donde uno tiene que ser el serio y el sorprendido: ‘¡Epa, qué está diciendo!’ y el otro tiene que desbordar. Hermenegildo Sabat dijo una vez que uno no puede tirar una bomba todos los días. Hay días en los que estás más salvaje, pero no podés salir todos los días salir con la ametralladora. A veces sos más sutil, a veces más grosero”.

– O sea, son personajes que hacés en función de un programa, no porque sí.

– “Es que me imagino a los personajes como figuras dentro de un programa, no es solo haciéndoles la voz, sino haciendo algo dentro del programa, es la radio que escuché con Fernando Peña”.

– ¿Trabajarías en C5N?

– “No creo que me llamen pero yo laburé en distintos medios, en radio El Mundo. En Santa Fe trabajé en LT 10 que era una radio de la Universidad Nacional del Litoral de tendencia radical. Venía el director y me decía: ‘Eso no es humor, es agresión’ y yo ‘ah, bueno’; pero me daba su opinión después de haberlo dicho al aire, no es que me censuraba. Hacía chistes con Franja Morada, decía: ‘Bueno llegó un nuevo compañero, ¿de dónde viene? Y, de Franja Morada, de dónde va a venir’. A través de los personajes se pueden decir muchas cosas. Y con respecto a C5N, quizás cuando cambie el dueño me llamen. Si lo hacen seguro que ahí imitaré a Magneto”.

– ¿Te asombra que te consideren un analista político?

– “Me parece exagerado porque no me considero así, ni periodista, nada, y entonces digo: ‘Bueno, ¡cómo estará la calidad de los analistas políticos para que yo con dos boludeces digan ah, mirá!’. Creo que este es un país que está sobrepsicoanalizado, sobre analizado en todo. Es como que ya todos sabemos cuáles son nuestros males, nuestros problemas. Es como una especie de ‘Polémica en el bar’ en loop este país, donde nos sentamos a discutir siempre de los mismos temas y siempre queremos encontrarle la cuadratura al círculo y nunca resolvemos nada. Por eso el éxito del formato de Sofovich, como perduró en el tiempo, somos eso, ‘Polémica en el bar’ permanente”.

Y entonces, claro, como siempre con Ariel la conversación gira hacia los cómicos del programa. Es una enciclopedia andante de todo lo que sea humor en Argentina. Recuerda al Minguito Tinguitella de Polémica, discutiendo con Riverito, con Alberto Muney (sí, Ariel Tarico es alguien que recuerda a Alberto Muney). Puede repasar elencos completos de televisión, staff completos de revistas de humor, equipos de programas de radio y humoristas de todo el país. Es el participante ideal de un Odol Pregunta de medios y humor en Argentina. Por supuesto, en ese “Polémica en el bar” le encantaría ser Minguito, el que estaba para incomodar a los periodistas a pesar de ser periodista. Cómo olvidar “la voz del rioba”, el periódico en donde lo acompañaba el ínclito “Preso”, Vicente Larrusa.

“¿Sabés?”, dice y uno ya sabe que se viene una clase magistral. “La Russa también era un gran imitador. Había empezado en ‘La Revista Dislocada’. Había imitado a Frondizi, a Perón, a Ilia. Es uno de esos tipos a los que no se lo considera ni se lo valora. Nadie se acuerda de él, se acuerdan del personaje del Preso, atrás del mostrador, pero era también cantante lírico, un genio”.

– Hablemos un poco ahora de Ariel Tarico, ciudadano ¿cuáles son los temas que más te preocupan?

– “Más que nada y sobre todo el país que van a tener mis hijos. Lo que pasa con muchos de mi edad. Por ejemplo, el padre de una compañera de mi hija, es un artista plástico, pintor. Se fue a vivir a España porque…¡ya no podía exportar los cuadros! Tenía que mandarlos como obsequio, tenía que hablar en la aduana, se le complicaba. Y me tiró una frase terrible: ‘No quiero que me pase como a mi viejo que se murió puteando este país’”.

“Entonces me pasa eso, tengo gente cercana que de golpe se hartó de esto, de ‘Polémica en el bar’ y de ‘¿y por qué pasa esto?’ ‘Y… porque Perón, porque Balbín…’. ‘Claro, entiendo pero yo lo que quiere es exportar un cuadro’. Me preocupa eso, cómo va a ser el futuro. Sé igual que las nuevas generaciones quizás gracias a las redes, a tick tock, no sé, son más libres, más de mundo, no los veo con tantos miedos y se sienten más ciudadanos del mundo y están dispuestos a progresar donde sea, no tienen límites. Pero sí me preocupa esto que te contaba alguien que es artista no se puede desarrollar poque no tiene un amigo en la aduana, porque si tenés un amigo ‘Dejá que yo te lo consigo y todo es así’”.

– Tus hijos son chicos.

– “Sí, 7 y 10 años”.

– ¿Y hoy qué ves? ¿Qué país les queda?

– “Me parece que hay varias generaciones que han fracasado por lo cual por un lado es cierto que tenemos que hacer una autocrítica pero también tenemos que dejar de flagelarnos con que somos un país de mierda y tenemos que tener más conciencia ciudadana. Cuando nos demos cuenta que los que están ocupando un lugar en Casa Rosada por un tiempo determinado son una especie de proyección de lo que somos nosotros y que están ahí gracias a nosotros y son en parte empleados nuestro; cuando nos demos cuenta de que tenemos que exigirles, ser críticos, estar siempre atentos; cuando nos demos cuenta de eso, ahí quizás empiece el cambio verdadero”.

– ¿Y te parece que ese cambio está ocurriendo, hay un cambio cultural, la gente está más consciente?

– “Mirá, por lo menos y quizás gracias a la irrupción y a la salida del closet de muchos liberales -antes la palabra ‘liberal’ era ‘derecha, mala’- el discurso liberal se hizo más masivo. Todo el mundo habla ahora de emisión monetaria, algo de lo que antes no se hablaba. Creo que a partir de eso hubo un nuevo despertar, una nueva conciencia. Además hay un relato del kirchnerismo que se cayó a pedazos, que ya no conforma a las bases, y solo defiende un grupo de fanáticos o mejor dicho, resentidos. Pero falta mucho, falta mucho. Ahora se van a cumplir 40 años de democracia, quizás desde ahí sea un buen punto de partida para algo nuevo, para algo que no tiene que ser necesariamente perfecto, pero me parece que va a quedar la vara tan baja de este último gobierno que concentró lo peor de todas las gestiones. El resumen de lo peor del peronismo está en este último gobierno, entonces el próximo que asuma, con dos mínimos gestos me parece que puede plantear una agenda diferente y de ocho años”.

– Ya que sos analista político, ¿qué tendría que tener esa agenda?

– “Primero, bajar impuestos, liberar la economía y un Estado que se ocupe realmente de las tres cosas fundamentales que se tiene que ocupar un Estado: seguridad, educación, salud. Básicamente enfocar todos los recursos ahí. Lo primero son gestos que habría que hacer, gestos como bajarse los sueldos, bajar los gastos, cosas que durante la pandemia no pasaron y los soportamos”.

– No sólo en política habrá que elevar el nivel.

– “Es una etapa donde se están yendo los grandes. Veía, la imagen de César Mascetti, sin la voz, sólo con los gestos y pensaba: ‘a este tipo le creo’. En los últimos 20 años hubo una involución cultural y de referentes. Estamos en una etapa en donde se está muriendo una generación, estamos en ese recambio. Los que crecimos con esa gente nos sentimos un poco desprotegidos, como que bueno, ahora tenemos que dar el paso nosotros”.

– En el fondo creo verte optimista o esperanzado ¿o es una exageración de mi parte?

– “En realidad tengo grandes esperanzas en las generaciones que vienen. Van a tener menos carga del siglo XX y espero que tengan menos miedos, eso sí, sí, sí. Creo que van a ser mejores y nos van a superar”.