Esgrimista filoso del verbo político. Pero también consejero y amigo y, sobre todo, el gestor político que dejó una impronta y un modelo de ciudad. De esta manera, los dirigentes políticos de Mendoza definieron a Víctor Fayad, el intendente radical que falleció esta tarde en el hospital Italiano de Guaymallén. Difícil de resumir en pocas palabras, con la voz quebrada algunos, otros sólo preservando aquellos aspectos queribles de un político difícil para una Mendoza que muchas veces se le resistió y otras veces le dio su confianza.  

Alfredo Cornejo fue correligionario y, al mismo tiempo, rival en la interna política. “Era un buen intendente, un gestor que dejó una impronta sobre todo en su primera mandato de gobierno, del cual muchos han imitado luego. No tiene ningún sentido analizar sus defectos, más bien prefiero quedarme con sus virtudes. Es una herencia política en la Capital difícil de cubrir. No he sido su amigo, no soy de la misma generación, pero si me impresionaba que era una persona inteligente y muy rápida para el dialecto político”.    

El diputado nacional Alejandro Abraham se animó a recordar algunas anécdotas de juventud, más allá de los desencuentros políticos que tuvo con el Viti cuando era intendente de Guaymallén por las calles, conflicto que llegó a la Justicia. “Lo conozco de cuando no éramos nada. El vivía en la calle Mitre y yo era estudiante de abogacía y estudiaba en el estudio jurídico de mi padre. El Viti nos cebaba mates mientras estudiabamos. Nos unía otro tipo de relación. Era muy buen tipo, difícil, duro, muy ducho en la política. Eramos tenido peleas históricas por las calles, pero era un amigo del cual aprendí mucho, los intendentes aprendieron del Viti una forma de hacer política y de hacer gestión. Marcó la política. Es un dolor muy grande. Fue un avanzado. Y como rivales, nos llegábamos a enojar algunos días, pero la pelea no pasaba más que por un comentario ácido. Es una pérdida inmensa”. 

A Carlos López Puelles lo une una relación íntima con Fayad. Su esposa es hermana de la pareja del Viti, Carolina Boccia. El intendente de Luján de Cuyo definió a su amigo como un “muy buen consejero”. La primera vez que trabajé en la administración publica fue en la municipalidad de Capital con él como intendente, poco antes de empezar la carrera universitaria cuando necesitaba pagarme los estudios. Era un tipo muy natural, muy espontáneo. Muy querible, muy buen consejero, más allá de lo político. Era una persona con un corazón enorme, con una capacidad de escuchar y de entender y la voluntad de ayudarte en los problemas, incluso de gestión cuando empecé. Perdí un gran amigo. Me dio un consejo: me dijo que sea natural. Siempre me decía `Se vos mismo, porque si actuás en función de lo que mucha gente quiere ver de vos, tarde o temprano se van a dar cuenta´. Y me ha quedado claro. Hablo del Viti, no del intendente. Políticamente, demostró todo lo que tenía que hacer. Nunca nadie le va a poder decir que se quedó una carta en la manga. Jugó todo, para bien o para mal en algunas cosas. Un tipo íntegro. Un padrazo. La verdad es que para mi es un dolor enorme. Un golpe. 

Curioso. Víctor Fayad se sentaba detrás de Julio Cobos en la secundaria en el Liceo Militar General Espejo. Caminos de la política, luego serían rivales acérrimos. En el último tiempo, hubo un acercamiento y charlas íntimas. Esto dijo el diputado nacional y ex gobernador. “Lo recuerdo de la secundaria en el Liceo, se sentaba en la misma aula, detrás mío. Era un personaje, me hacía reír. Y esto en el Liceo tenía sus riesgos -pertenecen a la misma camada, y en las paellas de esa generación los amigos trataban de juntarnos. Duró poco, estuvo un año. En su personalidad, que después fue cambiando, mantuvo sus rasgos con esas salidas humorísticas, irónicas. El mantenía una relación con la familia de mi señora muy estrecha. En el seno de la actividad política, lo acompañamos siempre las veces que fue candidato a gobernador. Trabajamos mucho para que fuera candidato a gobernador y le ganó bien a José Genoud en aquella campaña. Luego surgieron estos enfrentamientos, siempre me dirigí a él con todo respeto. Hubo alguna charla privada que nos permitió reconstruir la relación. A pesar de lo delicado de su salud, caminamos hace poco por el barrio San Martín. Uno se lleva lo mejor de los recuerdos, no las situaciones malas. Marcó una impronta como hacedor de su gestión. Cuando se termina la vida, queda el legado y se lo va a recordar como hacedor, más allá de su personalidad de política de raza y de carácter fuerte”.