Cuando los dos estadounidenses aterrizaron en Mendoza con la ilusión de llegar a la cumbre del Aconcagua, no tenían ni idea de que el tipo que habían contratado para que los ayudara y guiara en esa travesía estaba a punto de sellar un record. Para ellos, el desafío de llegar por primera vez al pico más alto de América. Para Rolo Abaca, saber que si la misión era un éxito, sería la cuatrigésima vez que se abrazaba con el cielo a 6962 metros de altura.

Sí, tal cual: 40 cumbres. Rolando Abaca entró en la historia de la montaña mendocina. El 4 de enero de 2024 cumplió con sus clientes y con su meta personal. Casi 27 años después de haber llegado a la cima por primera vez, en aquel marzo de 1997.

“Sabía que sería la cumbre 40. Pero, más allá de eso, no entendí muy bien en ese momento todo lo que implicaba. Cuando uno está arriba con clientes tiene otro estrés, otra responsabilidad. Además, hacía mucho frío y uno sabe que la prioridad es la seguridad de la gente que está con uno. Lo disfruté ahí, sí, pero empecé a sentir que era especial cuando ya nos íbamos acercando a Plaza de Mulas”, relató Rolo.

En el campamento base estaban expectantes. Lo esperaban con una fiesta sorpresa porque había motivos de sobra para celebrar. La temporada de Aconcagua suele ser dura. Y no siempre las noticias son las mejores. De hecho, trascienden las malas y las buenas se quedan en la nieve. Esta vez, el festejo bajó al llano.

Hubo torta con dedicatoria; hubo gente cantando. Hubo recuerdos, algo de melancolía y mucha alegría. Por los que llegaron y por los que se fueron.

Rolo Abaca tiene 48 años. Comenzó a trabajar en el Aconcagua en 1996. Un año después, llegó por primera a la cumbre. Y a partir de ahí no paró de ser una cara familiar en cada temporada. Lo describen como “tipazo”, “súper humilde” y “buena gente”. En ese punto, todos coinciden.

Está casado con Deby, tiene tres hijos -Pilar (23), Francisca (20) y Jeremías (17)- y cientos de historias para contar.

Es parte ya del paisaje de la montaña mendocina. O está en el Parque Provincial Aconcagua trabajando para la empresa Aventuras Patagónicas “o estoy como jefe Operativo en invierno en el complejo de esquí de Los Puquios. Y tengo una bicicletería en la Arístides. La abrí cuando cerró todo en la pandemia y no sabía qué iba a pasar. Obvio, se llama Aconcagua”.