Las bodegas mendocinas se las ingenian a diario para ofrecer experiencias novedosas y atractivas al turista que llega buscando profundizar su conocimiento en el universo enológico, por ello, algunas invitan a crear un vino propio.
En definitiva, la propuesta es un juego de roles para ponerse por un rato el traje de enólogo. Desde elegir el corte de vino, aprender las diferencias entre los varietales, diseñar una etiqueta, pensar un nombre y llevarse el producto final.
Eso es posible en la Bodega Andeluna, donde el “Juego del Blend”, una experiencia de una hora 15 minutos liderada por un guía del lugar, permitirá llevarse un producto único y original.
La actividad se realiza de martes a domingos para personas que hablen español, inglés y portugués y tiene un costo de 8.200 pesos.
Pablo Ferral, gerente de hospitalidad de la bodega, contó que la idea surgió hace cuatro años y que tiene mucho éxito en grupos familiares grandes y en grupos corporativos que buscan sumarlo a su estrategia de team building.
Antes de ponerse a jugar a ser enólogos, los visitantes podrán recorrer la viña de Tupungato y conocer más acerca de los tres varietales con los que podrán crear su vino: Malbec, Merlot y Cabernet Sauvignon.
Aunque hay libertad de creación para el nombre y la etiqueta del blend, desde Andeluna siempre recomiendan que los porcentajes de los varietales no sean muy bajos, para que se pueda apreciar la característica esencial de cada uno.
También en Bodegas López ofrecen este servicio al que llaman “Experiencia blend”. En este caso el costo es 6.900 pesos por persona y proponen experimentar con cuatro varietales y llevarse un blend de autor único.
Además, incluyen una degustación y experiencia lúdica con los cuatro vinos tintos de Casona López y una selección de quesos, frutos secos y aceite de oliva.
La actividad se puede realizar los lunes y miércoles a las 12 del mediodía, dura una hora y media y se pueden formar grupos de hasta 10 personas (y un mínimo de dos).
“Aprender haciendo y poniendo manos a la obra”. Esa es la invitación en Bodega Susana Balbo con “Blend Art”, una experiencia basada en la interacción y el entretenimiento.
“Ofrecemos una especie de competencia que se divide en dos equipos y cada equipo debe crear su propio blend. Primero hacemos una visita por la bodega y les mostramos uno de nuestros mejores vinos, que es un blend de cuatro varietales. Luego, cuando se sientan y empiezan la experiencia, se les da a probar vinos base que pueden ser Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc o Petit Verdot”, detalló la jefa de turismo y sommelier de la bodega, Carolina Campo.
“Te invitamos a jugar, probar y descubrir el desafío de ser un enólogo combinando distintos varietales para crear tu propia obra de arte: un vino de corte con tu sello personal”, explican desde la bodega de la primera enóloga argentina.
La propuesta de ser enólogo por un día, en este caso, tiene un costo de 16.800 pesos por persona. El grupo mínimo es de dos personas y el máximo 30.
Al final del proceso creativo, en una copa negra, degustan sin saber a quién pertenece cada vino y tienen que votar el mejor.
El equipo ganador se lleva una botella de vino y pueden poner las etiquetas que han hecho en la botella de uno de los varietales que han degustado.
Bodega escuela
Aunque también ofrecen la posibilidad de hacer un vino propio, lo de Casa Tano es una experiencia a más largo plazo y con un proceso de meses, donde el producto final son 300 botellas únicas y originales.
Todo ocurre en una antigua casona italiana de Godoy Cruz (es de las poquísimas bodegas urbanas que se conservan en el departamento) donde un grupo de amigos que aprendió a hacer sus vinos y construir su bodega a fuerza de pasión y trabajo, transmiten toda esa sabiduría a quien quiera tener su barrica y luego sus 300 botellas de vino.
Cristian Santos, uno de los fundadores de Casa Tano junto a Lucas Richardi, contó a El Sol que reformó la casa de sus bisabuelos (donde vivían tres familias en un terreno compartido) y de a poco fueron habitando todos los espacios hasta llegar a tener un lugar adecuado e intimista donde recibir a los grupos que buscarán crear sus vinos personalizados.
“En la primera reunión les damos una diversidad en varietales y que ellos puedan elegir cómo va a ser su vino, nuestra idea es que sean parte de todo el proceso”, reveló Santos.
“La propuesta es profunda”, advirtió el emprendedor. En marzo comienza la cosecha y se llevan su vino en febrero del año siguiente. El objetivo es que sean parte desde que llega la uva hasta el momento de la vinificación en bodega. Siempre con el apoyo enológico de Casa Tano.
Hay familias, grupos de amigos de Mendoza, de Buenos Aires, de Tucumán y del exterior. “Actualmente, tenemos unos 40 grupos, algunos vienen muy seguido y otros dos o tres veces por año a hacer el seguimiento. Queremos que sea un lugar de encuentro, como un club”, expresó Santos.
En lo que respecta al público es bien variado: hay quienes ya tienen un conocimiento previo y saben qué quieren y otros que aprovechan la experiencia para exprimir el conocimiento de los integrantes de Casa Tano para aprender sobre los procesos del vino. “Hay clientes que vienen y están acá todo el tiempo y querían prensar, nos piden fraccionar y saber cada paso para llegar al producto final, se lo toman en serio y se comportan como enólogos profesionales”, contó.
Una técnica que encontraron efectiva entre los menos conocedores es presentarles los cortes en una cata a ciegas, para que puedan guiarse por el gusto, el cuerpo, el aroma y no por el preconcepto del varietal.
En ese sentido, Santos amplió: “Por ejemplo, en un grupo de cinco amigos, cada uno puede elegir un varietal y se va armando el rompecabezas en base a la preferencia de cada uno. Nos ayuda mucho conocer qué vinos toman y qué valoran más”.
En definitiva, además del objetivo final de tener un vino personalizado, la idea es divertirse y atravesar un proceso creativo que sea como un juego.
El mínimo de producción es de 300 botellas con un costo de 2500 pesos por unidad, el precio final puede variar dependiendo si se usa barrica nueva o usada. Lo que rescataron desde Casa Tano es que intentan ser flexibles con la financiación, entendiendo que para muchos es un sueño que requiere un esfuerzo económico.