La vacuna contra el cáncer de cuello de útero podría significar un paliativo para enfrentar un flagelo que crece día a día entre la población femenina. El inconveniente que genera es el excesivo costo al que se cotiza en el mercado: para afrontar las tres dosis, una persona debe pagar 750 dólares.

    La comisión de Salud estudia la relación costo-beneficio que traerá aparejado el suministrar la dosis a 100.000 mujeres mendocinas que se encuentran en edad fértil. La iniciativa que tomó estado parlamentario ayer es autoría de los senadores justicialistas Guillermo Amstutz y Luis Ruzo y prevé la incorporación de la dosis al calendario oficial de vacunación. De esta manera,Mendoza sería pionera en la lucha directa contra la enfermedad.

IMPACTO
. Amstutz sostuvo que si bien el costo es elevado, impactará positivamente en el sistema sanitario y en la estructura social. “Si calculamos lo que genera para una familia la pérdida de la madre, el costo de la dosis es mínimo”, evaluó el legislador. Además, recalcó que una compra masiva de dosis reduciría significativamente el valor de la inmunización. Por otra parte, los senadores pedirán a la autoridades de Salud que gestionen el pedido ante las obras sociales nacionales y las prepagas locales para que estas garanticen la cobertura.

DESCUBRIMIENTO
. La vacuna se denomina Gardasil y fue aprobada hace un mes por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos. Según revelaron, estaría indicada para mujeres y adolescentes de 9 a 26 años, aunque después de esa edad puede colocarse, pero disminuye el grado de efectividad. Si bien en Mendoza no hay registros sobre los decesos que provoca este tipo de cáncer ginecológico, en el país se registran 11 muertes diarias.

ESTUDIOS. La vacuna actúa contra los virus que causan el cáncer y también las verrugas genitales. En la prueba de efectividad que se hizo en Estados Unidos sobre 12.000 mujeres jóvenes, ninguna desarrolló cáncer ni modificaciones precancerosas del cérvix uterino. Los investigadores de Merck, el laboratorio que las produce, creen que la vacuna se debe administrar a las niñas y también a los niños cuando tienen entre 10 y 13 años.

    La vacunación de los niños varones tendría el fin de evitar que cuando sean mayores infecten a sus eventuales parejas. El estudio de Merck se realizó con 12.000 mujeres jóvenes, de 16 a 23 años, durante un año y medio. Una mitad de este grupo recibió la vacuna y la otra un placebo.Ninguna desarrolló cáncer ni células precancerosas. La administración de la dosis actúa contra el papillomavirus humano (PVH) tipos 16 y 18, que causa 70 por ciento de los cánceres del cuello uterino, y contra el PVH tipos 6 y 11, que contribuye a las verrugas genitales. En el mundo mueren cada año 290.000 mujeres por cáncer del cuello de útero y surgen medio millón de casos nuevos.