Una de las primeras definiciones claras del nuevo gobierno nacional, mientras se esperan las medidas económicas, ha sido aquella de que quienes corten calles no cobrarán sus prestaciones sociales.

Parece mentira, pero esto es Argentina, donde “el que no llora no mama”, como dice el tango. La cuestión es que en los últimos años, la asistencia que ha otorgado el Estado nacional ha contribuido a consolidar los aparatos políticos que se montan para presionar a través de los piquetes.

Todavía no está claro, en los márgenes provisorios que ha dado esta flamante gestión, cómo se instrumentará este tipo de ayuda que a priori sirvió para paliar la pobreza. Pero sí ha puesto en alerta a las organizaciones que se nutrían con estas políticas. Cómo se distribuirá ese auxilio a las personas que lo necesitan, es una de las cosas que tienen que confirmarse en los próximos días, pero sería bueno que se eliminen los intermediarios y que, como la AUH, llegue de manera directa a los beneficiarios, sin que tengan que ser presionados para que asistan a una marcha.

Parece extraño tener que aclararlo, pero en una economía cuya crisis se fue complicando y pegando más a los que menos tienen, la ayuda sólo terminó beneficiando a estas organizaciones que se transformaron en gestoras de la pobreza.