Para que Mendoza sea un destino turístico hay que hacer las cosas bien, no sólo por el concepto de hospitalidad en cada hotel o restaurante local, sino también para que las gestiones faciliten y mejoren los atractivos, muchos de ellos, naturales, que hay en la provincia.

En ese punto, uno de los activos es la cordillera y la nieve, por ello, haber desaprovechado durante cuatro años la infraestructura de Los Penitentes es un despropósito, tanto para los mendocinos que acudían año tras año como para el turismo, además de para toda la vida comercial que se generaba alrededor de los deportes invernales.

La adjudicación por concurso público por parte de la Provincia ha sido un fracaso porque la última oferta no convenció.

También es cierto que se han producido demoras para avanzar con decisión, tiempo en el que la tecnología que había en ese lugar fue deteriorándose por falta de mantenimiento.

Ahora, se avanzará en una contratación directa, situación que debiera ser lo más transparente posible para despejar cualquier arbitrariedad.

Evidentemente, planes han existido, pero Mendoza no puede darse el lujo de perder plata cuando tiene estos potenciales turísticos.