A medida que la crisis se profundiza, los reclamos, también y, con ellos, las protestas, puesto que la biblia social de Argentina manda: “El que no piquetea, no mama”.

Con esto, el país se vuelve inviable en más de un sentido, no sólo porque están aquellos que politizan y arman gestorías para sacar tajada de los planes con los que asiste el Estado a los desocupados, sino también porque las calles se vuelven incontrolables y el que produce o quien va a la escuela no puede transitar de manera normal. Cortar la circulación es impedir el curso de la economía.

Más allá de que hay que darles una solución a miles de argentinos sin ocupación formal, saliendo de este círculo, para nada virtuoso, de los planes, es preciso que la ley se mantenga sin afectar derechos. De otra forma, la anarquía se vuelve norma.