Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera.

El cineasta Kim Ki-duk nació en Corea del Sur y debutó a los 33 años en la dirección cinematográfica. No tuvo una educación clásica y formal –pese a recibir una beca– por lo que su lenguaje es muy original (pocos diálogos), escenas lentas, profundas y una fotografía llena de colores muy brillantes.

Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera fue rodada en un año y medio. En tanto, El arco, de 2005 –con el éxito de Primavera… fue aclamada en el Festival de Cine de Venecia.

Las películas están disponibles para su alquiler y compra en AppleTV y Amazon, entre otras plataformas de streaming.

Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera

La película –para realizarla, el director y productor debieron gestionar un permiso del gobierno norcoreano porque fue filmada en un parque nacional, en un área protegida– se desarrolla en un hermoso lago, rodeado por una espesa vegetación. Gira alrededor del karma, concepto que Occidente desconoce y que, no obstante, puede resumirse en: acción y reacción (causa y efecto).

En ese paradisíaco lugar, un monje budista vive con un niño, su discípulo, en un templo flotante, sobre el lago. Toda su rutina se reduce a la práctica religiosa y a la cosecha de plantas para infusión y medicinales.

El problema para el niño comienza cuando, en un pequeño estanque, que alimenta una cascada, se le ocurre atar una piedra a un pequeño pez, el cual, lógicamente, muere por esa acción. El maestro, percatado del hecho, hace lo mismo con el niño (le ata una piedra a sus espaldas) para que comprenda el daño que le ha infligido al pez).

El discípulo se arrepiente de su error, pero el maestro le dice que no es suficiente, porque el daño que le hizo al pez florecerá en algún momento de su vida.

La adolescencia del discípulo

Una chica con problemas psicológicos es llevada al lugar para que el maestro la trate con psicoterapia budista. La adolescente y el discípulo se enamoran. Acá, el director trata el despertar sexual del joven monje y cómo esa situación es la que desencadena su karma.

La joven abandona el templo con su madre y, al poco tiempo, el monje va a buscarla y, cegado por los celos, la asesina. El ahora prófugo de la justicia regresa al templo flotante y su maestro le da una práctica de purificación.

Todo el filme está lleno de simbolismos, que le dan una riqueza y abstracción sublime. El director se centra en la imagen, por eso los diálogos casi no existen. Allí radica el movimiento de la película, que coloca al espectador en una situación reflexiva.

La condena y el karma

Cumplido el plazo de detención, el ex monje vuelve nuevamente al bosque y ahora debe pagar espiritualmente por su crimen. Todos los hechos se desarrollan según las estaciones, de allí el nombre de la película. Nuevamente en primavera, ex ex convicto se convierte en maestro del lugar, dando lugar a un nuevo ciclo, eterno, de situaciones.

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Escenario de Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera.

El arco

Rodada totalmente en el mar –repite un escenario similar al de Primavera– las escenas transcurren en un viejo barco en el cual viven un hombre de 60 años y una adolescente de 16. Él la encontró abandonada, cuando ella tenía 4 años, y la llevó a vivir a la barcaza.

La chica nunca ha regresado a la ciudad porque el hombre no quiere perderla. Es él quien viaja en un bote pequeño –amarrado a la nave mayor– a comprar suministros a los comercios, en tierra firme. El barco es alquilado por el protector de la chica a pescadores para la pesca deportiva.

La adolescente, muy atractiva, despierta deseos en los pescadores y, algunos de ellos, intentan sobrepasarse. Es allí cuando entra en escena un arco. El protector tiene uno y no duda en dispararles a quienes desean a la chica.

El hombre pretende casarse con la chica cuando esta cumpla 17 años (en el filme, dentro de dos meses). Es tanta la ingenuidad de ella, que duermen en el mismo camarote e, incluso, él la baña como si fuera una niña.

La llegada del salvador

Un joven, de la edad de la chica, pescador también, le recrimina al dueño del barco su actitud para con la adolescente y lo amenaza para que la libere (le demuestra que los padres todavía buscan a su niña perdida hace 12 años).

El apego y los celos del hombre mayor lo impulsan a adelantar la boda con la chica; ella, ahora, enamorada del joven, toma conciencia de la situación y rechaza al hombre.

Llena de simbolismo (el arco es usado como arma mortal y también como instrumento musical), el filme es profundo pues muestra las miserias de los seres humanos: envidia, celos, apego, aversión, entre otras emociones perturbadoras.

El desenlace es puramente emotivo, con una boda sin consumación y la desaparición del hombre mayor.

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El arco.