De repente, lo que todos sentimos: el fuerte temblor de 5.7 grados en la escala Ritcher que movió el piso de toda la provincia y ciudades vecinas. Comerciantes y clientes, peatones y automovilistas se detuvieron y se apostaron en las veredas e, incluso, en la calle. Pero no el gobernador, quien se quedó tranquilamente sentado en la mesa donde estaba tomando café. Lo que se dice un tipo con mucha cultura sísmica, la que nos indica que debemos quedarnos quietos y tranquilos. Quizás su experiencia como ingeniero le haya indicado que el local del bar era seguro y por eso no se movió. Como sea, un ejemplo.