Su hija Rocío se le cuelga del cuello y el click de la cámara los atrapa para siempre. En el gesto hay una admirable ternura y seguramente le da fuerzas a Julio, su papá. Es que Yoyo está acostumbrado a contener, rasparse, gritar, embarrarse y evitar lo sagrado: el gol. La historia del arquero de Atlético Argentino motiva. Por sus experiencias y por su humildad, virtud hoy casi perdida. No lo dice ni tampoco lo reclama con bronca pero hace tiempo que no cobra su sueldo y le pone la misma pasión. Y entrena, ataja y no afloja. El arquero Julio Orlando Varas nos recibió en su casa del barrio San Pedro de San Martín y aunque le fue difícil, por un rato no hablamos de fútbol.

¿Cómo fue tu infancia? Yo me crié en el barrio San Pedro, con calles de tierra, jugando todo el día. Eran juegos sanos y eran otros tiempos, porque uno estaba en la calle y no habían miedos. Tengo recuerdos de muchos amigos, con una escuela hermosa también.

¿Y de chico te tocó trabajar? Sí, porque mi viejo le hacía a los mil oficios y siempre le dábamos una mano con mis hermanos. A los 11 o 12 años ya laburábamos con él en lo que necesitara.Me acuerdo que lo ayudábamos en la albañilería, era durísimo.Exponía mis manos permanentemente, porque mi viejo era un tipo que pesaba 130 kilos y medía 1,91 metros. Y si tenía que romper hormigones grandes, no lo hacía quizás como ahora con un gancho para sostener el punto. Yo lo sostenía con las manos y él le daba mazazos. Gracias a Dios, mi viejo nunca le escapó.

Trabajaste en Tierra del Fuego. ¿Qué recuerdos tenés de aquel lugar? Sí, trabajé para el Gobierno. Es durísimo, porque vivís mucho encerrado. Cuando no está nevando, está lloviendo, hace frío todo el tiempo. En invierno tenés 4 o 5 horas de día nada más y en verano tenés 2 o 3 horas de noche. Es una vida muy sacrificada.

¿Analizás la situación por la que atraviesa Argentina o estás muy metido en lo tuyo? Sí, generalmente uno se preocupa por el país, por la economía, por la seguridad. Más por los momentos que pasamos ahora. Creo que tenemos un buen presidente, si bien no me gusta mucho el gobernador que tenemos.Mi señora es celadora y padece también lo que se vive en la provincia. Ella tiene un sueldo bajo pero vivimos tranquilos. Quizás tendríamos que estar mejor. Pero gracias a Néstor Kirchner mi señora hoy tiene un trabajo. Cuando nos vinimos de San Juan yo no la pasé bien.

    El club en el que jugaba no me pagaba y los problemas económicos fueron muchos. Llegué acá con cuatro o cinco meses de atraso en los pagos. Tenía la posibilidad de dejar el fútbol para ponerme a trabajar pero mi señora no. Y tuvimos la suerte de que ella consiguió un Plan Trabajar porque le escribimos al presidente, nos contestó y entró a trabajar como celadora. Pero la familia está bien, mis hijos son sanos, mi esposa también y eso vale mucho.

¿Creés en Dios? Sí, absolutamente.Mi señora es catequista y yo también lo he sido cuando estaba en San Juan. Hoy no lo puedo hacer porque me dedico al fútbol pero siempre estamos en la iglesia. Es parte de mi familia, de nuestra vida.

¿Me podés nombrar el momento más lindo de tu vida y el más difícil? El más lindo, sin dudas, fue cuando nacieron mis hijos. Es lo mejor que te pasa en la vida. Y uno triste cuando perdí a mi viejo. Ya hace más de 20 años, pero lo esperábamos, lo teníamos asumido.

¿Que virtudes y qué defectos tiene Julio Varas? Nunca fui una persona mala leche. Siempre intenté ayudar y brindar mi amistad. Y defectos tengo miles. Si te tengo que nombrar alguno, te diría que por ahí critico a alguien sin razón, aunque después me doy cuenta y lo corrijo.

¿Sos feliz o te falta algo? Con la familia hermosa que tengo y una esposa de primera no puedo ser infeliz. Vivo con mi vieja, a quien le agradezco todo lo que soy.Tal vez en la parte económica me falte mejorar, porque tenemos necesidades, pero eso no hace a la plena felicidad. Lo verdadero lo tengo y soy feliz.