Una decepción más y van… Ocurre cada cuatro años. Aparece la oportunidad de renovar las ilusiones, de pensar que esta vez se cumplirán las promesas; que aquellos que tienen la misión de representarnos construirán un presente mejor. Dura apenas unas semanas. Es lo que demoran en defraudar. Todos. Los de antes, los de ahora. Y esa  eterna costumbre de buscar en una persona a un salvador que pueda hacer todo solo. Pues no, es imposible. El fútbol y la política muestran lo peor como país. Falta de renovación, cambios sin planificación, improvisación y una crisis profunda de la clase dirigente. ¿Es casual que ocurra cada la misma cantidad de años? Sí. Es casi una  tragedia del destino, que nos expone a esa suerte de resurgimiento espiritual. Es la necesidad obligada de volver a creer; de imaginar que alguna vez va a tocar el lado  bueno. Por ahora, no es más que eso. Una quimera.