La pandemia del coronavirus y el aislamiento social preventivo están dejando secuelas en la salud mental y física de la población. Así lo aseguran los especialistas, quienes coinciden en que la situación actual genera estrés y ansiedad.

Mientras que a algunas personas les cuesta más conciliar el sueño, desde el 21 de marzo -fecha en que se detectó el primer caso de COVID-19 en Mendoza- muchos también comenzaron a tener mayor número de pesadillas.

“En el sueño se ve reflejado la vivencia del día y también nuestras preocupaciones. Hoy nuestra principal inquietud es esta pandemia y tener tanta información durante todo la jornada también repercute cuando nos vamos a dormir”, indicó la neuróloga Delfina Crimi.

La médica señaló que el escenario también es transitado por los niños de modo complejo. “Hace unos días mi hija de 5 años me contó que soñó que una araña se comía al coronavirus y luego su padre mataba al animal y terminaba con el virus”, relató.

Sin embargo, reconoció que a diferencia de los adultos, los más pequeños siempre “resuelven sus problemas” en las pesadillas. “Aunque todo depende de la persona ya que la biología no es como la matemática: los mayores somos más conflictivos y probablemente la araña hubiese terminado contagiando a todos”, dijo.

De acuerdo a diferentes estudios de neurología, el sueño ocupa un tercio del descanso total. Aparece en la etapa REM (siglas inglesas de “rapid eye movement”), cuando los ojos se mueven rápido debajo de los párpados y es el momento en que se revisan las experiencias, tanto del presente como del pasado.

De esta forma, el sueño forma parte de un ciclo fisiológico que si se altera es porque algo está queriendo decir. “Tengo una paciente de 21 años que llegó con cefalea y falta de sueño”, señaló Crimi, y afirmó que esto también es consecuencia del estrés que genera la pandemia pero también del confinamiento que no permite que las personas se distraigan.

En este sentido, el psiquiatra Manuel Vilapriño explicó que todo tiene que ver con el control de las emociones. “Lo vemos en la diaria, gente que está muy bien con el aislamiento y otra que está empezando a notar sus consecuencias. Requiere conductas y actitudes para manejar los temores, las dudas y la incertidumbre”, detalló.

“La ansiedad es un fenómeno normal siempre y cuando te movilice para solucionar la situación. Cuando la ansiedad paraliza empieza a comprometer el normal funcionamiento y no te deja focalizar la energía”, dijo y enumeró que si uno está pensando todo el día en que “muere gente, en cómo se puede contagiar o si el Estado está tomando las políticas sanitarias correctas” la atmósfera se vuelve más difícil de superar.

“Hay que buscar la información de fuentes confiables y no saturarse con contenidos”, recomendó.

Salir al mundo vía Internet es una salida

El psicólogo clínico Hugo Ocaña consideró que existen muchos niveles de análisis de las posibles consecuencias de semejante acontecimiento en la salud mental de las personas. “Eso sí, hay que considerarlas ‘no para todas las personas por igual’. Cada quien, desde su subjetividad tiene que ‘arreglárselas’ como pueda ante esto que, vamos a decirlo así, ‘no tiene gollete’, no tiene una sola y buena forma de hacerle frente”.

Recalcó que existen síntomas en algunas personas como la ansiedad, lo que se entiende por ataque de pánico, entre otros, y es por eso que muchos colegas han dispuesto su servicios incluso gratuitamente.

“Es importante que si a alguien le sucede algo por el estilo en relación a sus síntomas, cuente con algún profesional”, explicó y afirmó que “salir al mundo vía internet es una salida en definitiva. No quedarse con lo que nos hace sufrir, no gozar ante lo que nos hace padecer, eso hay que tenerlo presente porque esto ocurre con o sin aislamiento”, detalló

Y agregó: “Hoy la tecnología nos hace saber que también podemos hacer un uso de ella para paliar esta impredecible situación. Los síntomas aparecen con o sin aislamiento. El tema es qué se hace con ello. El aislarse es para los cuerpos, ya que pueden portar un virus y transmitir a otras personas. No es una mala palabra, es la perla de la estrategia sanitaria”, destacó.

La higiene del sueño, la clave

Para el psiquiatra la mejor estrategia para amortiguar el impacto sobre la psiquis es tener una correcta higiene del sueño, es decir, respetar determinados horarios con los que uno se despierta y se va a dormir y seguir una rutina durante el día sin necesidad de tomar fármacos para esto.

Se estima que los niños y jóvenes necesitan entre 9 y 10 horas diarias de descanso, los adultos jóvenes entre 6 y 8 horas y los adultos mayores, unas 6.

“Hacer actividad física regularmente y lejos de la hora del sueño, no abusar del café, té y gaseosas, no fumar, no leer ni ver televisión en la cama y sobre todo, no ver noticieros o mirar el celular antes de acostarse a dormir para evitar la sobreinformación”, recomendó Vilapriño.

“Las personas sueñan y tienen pesadillas porque hay algo que habla en los sueños, algo se manifiesta y ‘habla’ en cada soñante. Es una dimensión hermosa a explorar en cada quien. Si se sueña es que hay algo que no podemos controlar y eso es una virtud. Sugiero poder llevar los sueños a los profesionales que alojan a los ‘soñantes’. También poder escribirlos, pintarlos, jugar con ellos, conversarlos”, concluyó Ocaña.