La palabra que está de moda en el mundillo político argentino por estas horas es “solidaridad”. Es usada por la sensibilidad que genera y como ejemplo de los gestos que deben darse para ver si ese es el camino para hacer una sociedad más justa.
Bajo esa premisa se piden algunos renunciamientos desde la clase dirigente. Por eso, los anuncios de congelamientos de sueldos en cargos políticos aparecieron en cascada, uno detrás del otro. ¿Es una medida demagógica? Tiene mucho de eso.
Pero está claro que los Estados provinciales están bajo crisis severa y que la idea de continuar con sueldos de los empleados públicos atados a la inflación (cláusula gatillo) resultará inviable. Si los gremios que participan en la negociación no se dan cuenta de que hasta ahora han sido los únicos que no perdieron poder adquisitivo y que el contexto no ayuda, será muy complicado. No se trata de resignar derechos, tiene que ver con entender la realidad, interpretarla y comprender que las arcas están en rojo.