Con la industrialización creciente, el hombre ha desplazado su actividad cada vez más en habitáculos de trabajo, los cuales dejan pasar la luz solo de manera filtrada o no dejándola pasar más. Tanto los adultos como los niños conllevan las consecuencias de esto, ya que la cantidad de smog que crece en nuestras ciudades y en áreas industriales, filtra partes valiosas de la radiación solar. La falta de la radiación solar provoca, entre otras apariciones, trastornos, que hoy en día se llaman distonías vegetativas y que se manifiestan en una elevada sensibilidad irritable en un cansancio rápido, en una disminución de la capacidad de rendimiento y en una elevada disponibilidad para infecciones.
El tratamiento consta de diez sesiones donde se diagnostica qué tipo de piel tenemos y se comienza, por ejemplo, en pieles normales, la primera sesión de sólo de tres minutos, ya que nuestro aparato alcanza un efecto seis o siete veces mayor que con la radiación solar natural.
LA PIEL, SU FUNCIÓN Y SU CUIDADO. La epidermis (capa que podemos ver y tocar) es la capa que refleja la condición de nuestra piel. La dermis (capa más profunda que determina qué tan seca o grasosa es nuestra piel) contiene las glándulas sebáceas que secretan la grasa que nuestra piel necesita para estar saludable. Es necesario mantener nuestra piel limpia, humectada y protegida. Hay que usar productos de limpieza y exfoliación diseñados para retirar las impurezas de los poros, las células muertas, sin resecar la capa superficial de la piel.
Los humectantes tienen que ser para cada tipo de piel y dispersar poco a poco la humectación profunda, ayudando a proteger la piel de los elementos externos. Si no tenés la posibilidad de realizarte un tratamiento con un profesional, podés realizar una exfoliación con productos y esponjas exfoliantes en todo el cuerpo, para sacar esas escamas que cubriste durante el invierno y realizarte un buen masaje nutritivo con cremas hidratantes para devolverle la humectación.