La noticia sacudió al mundo, lo conmovió; por lo menos, le puso un halo de suspenso a la realidad. Según noticias recogidas por periodistas franceses, Bin Laden, el hombre más buscado del mundo, habría muerto hace unos meses atrás por el tifus. Estados Unidos se apresuró a desmentir esta noticia: no es verídica, es sólo un rumor, nosotros tenemos la certeza de que está vivito y coleando.

    ¿Por qué tanto apuro en desmentir la noticia? Veamos, dijo pupilent: Bin Laden es el enemigo a destruir, nunca en toda la historia de la humanidad, ni siquiera con Hitler, tanta gente, tanto armamento, tanta tecnología, tanta inteligencia militar (que es toda una contradicción), se había desplegado para encontrar y eliminar a un solo hombre. Ya son cinco años de denodados esfuerzos por hallarlo y despachurrarlo.

    El tifus no es una sola enfermedad, es un conjunto de enfermedades infecciosas que son producidas por varias especies de rickettsias, transmitida por la picadura de diferentes artrópodos como piojos, pulgas, ácaros y garrapatas. Provoca fiebre alta, escalofríos, cefalea y no pocas muertes. Las rickettsias son microorganismos que comparten características tanto de las bacterias como de los virus.

    O sea, una huevaditas así de chiquititas que sólo se ven a través de un microscopio doble pechuga. Entonces comienza a comprenderse la preocupación de Estados Unidos por que Bin Laden esté vivo. Si lo ha matado el tifus, sería un desprestigio, es asumir que la naturaleza es mucho más efectiva que Estados Unidos y eso es una cosa que no admite el estilo de vida americano, el orgullo de las barras y estrellas, ¿cómo, lo que no pudieron los satélites y las bombas racimos y los marines y los servicios de inteligencia y las bombas inteligentes, lo va a lograr un bichito insignificante, liliputiense, miserable, microscópico?

    Tanta guita gastada en un solo tipo y al tipo lo mata un animalito insignificante y, encima, gratis. No se extrañen si en cualquier momento Estados Unidos invade los laboratorios de biología por competencia desleal. No se extrañen. Chau, se la sigo la próxima.