El ambiente era tenso. Tanto que el aire prácticamente se cortaba con un hilo. En voz baja, no faltaban las opiniones, pero quienes hablaban miraban para todos lados por si el fiscal especial Eduardo Martearena escuchaba lo que decían. Muchas cosas se dijeron ayer en la Unidad Fiscal Especial, que fue registrada el miércoles a la tarde por la magistrada de Capital que investiga a Martearena. Hay quienes sostienen firmemente que la medida de Virginia Rumbo “fue armada para defender al fiscal”, mientras que otros que opinan lo contrario.

    Lo cierto fue que, después de más de un mes desde que la denuncia por falsificar un expediente contra Martearena ingresó a la fiscalía capitalina, recién el miércoles se tomó la medida que, de acuerdo a fuentes judiciales, “debería haberse efectivizado a los pocos días de conocida la presunción del delito”. Quienes creen que esta medida favoreció al fiscal y que fue preparada por él mismo, aseguraron que “Martearena tuvo tiempo suficiente para borrar hasta los archivos temporales de su máquina. Si esto se hubiese hecho antes, a lo mejor se encontraban pruebas importantes”.

    Asimismo, se preguntaron en el seno de la Fiscalía Especial si es creíble que una persona tan joven, con tan poca experiencia y siendo fiscal sustituta, tenga tantas agallas para ordenar semejante medida. Y la respuesta fue rotunda: “Es obvio que lo hizo recién después de todo este tiempo, para procurar no encontrar nada en las oficinas registradas y, seguramente, bien aconsejada”. Los que piensan que el registro ordenado por Rumbo es en contra de Martearena, entendieron que el fiscal, “está seriamente comprometido porque, más allá de que haya pasado tanto tiempo, a nadie le gusta que le allanen su despacho. Está claro que a la fiscal la presionaron desde el Gobierno, por la causa Cadillacs”.