El trabajo de los taxistas es uno de los más riesgosos por estos días, cosa que no es ninguna novedad. Pero de lo que nos enteramos hace unos días nos da la pauta del temor que tienen los conductores a la hora de levantar pasajeros en horario nocturno. Un chofer nos contaba que la nueva modalidad delictiva es llamar por teléfono solicitando el servicio a una casa elegida al azar, en la que se espera el arribo del auto.
Obviamente, la gente que llama con intenciones de robar no tiene nada que ver con la vivienda en cuya puerta se aguarda el taxi. Es por eso que los choferes sólo pueden decidir si llevan a los pasajeros una vez que los ven. Otra cosa que les juega en contra a la hora de prevenir delitos es que las zonas desde las que los llaman poco dicen de las intenciones de los pasajeros. Ya nada garantiza que es un cliente y no un delincuente quien solicita un taxi.