Mientras Argentina daba a conocer al mundo, particularmente a sus acreedores, una propuesta de pago con una quita de más de 60 por ciento de la deuda que se le reclama, abriendo así, oficialmente, un canal de negociación en medio de lo que el mismo presidente Alberto Fernández calificó como un estado de “virtual default”, los gobernadores de la oposición –entre ellos el mendocino Rodolfo Suarez– se prestaban para ser parte de un soporte político amplio a la propuesta de pago con una señal más fuerte y potente hacia dentro del país que el que se podría perseguir, si fue así, hacia fuera, hacia los mercados internacionales.

En verdad, de acuerdo con la visión de más de un experto en los asuntos de los endeudamientos y de la siempre tortuosa relación entre el país y los organismos internacionales vinculados con el mundo de las finanzas, Argentina no es considerada como un jugador de importancia y relevancia para que la unidad de oficialismo y oposición –si así fuera al momento de hacer una propuesta de pago– tuviese un impacto contundente y determinante como para condicionar la decisión de los acreedores de aceptar o no el inicio de alguna negociación sobre los vencimientos y los pagos.

Está claro, por otro lado, que el Gobierno argentino ha buscado sacar algún tipo de provecho al hacer su propuesta de pago, en medio de la pandemia del nuevo coronavirus, con un canje por el cual propone pagar con una quita de casi 40.000 millones de dólares de un total cercano a los 70.000 millones de deuda. El tipo de provecho se ve en el momento y la oportunidad para ir detrás de una negociación, cuando el Fondo Monetario Internacional, otro de los acreedores del país, ha sugerido tener algún tipo de consideración de tipo moral y ético por las consecuencias sanitarias que afectan a todos, en particular a países extremadamente débiles, como Argentina. Quienes conocen el paño, desde ya que afirman que los bonistas y acreedores de Argentina responderán negativamente a lo que no pocos consideran como una propuesta de pago construida sin buena fe. Será un asunto que se responderá en las próximas semanas.

La coyuntura, sin embargo, obliga a Argentina a concentrarse en los problemas internos más que en el frente externo constituido por la deuda. Distinto hubiese sido el escenario sin coronavirus, claro está, obligando al Gobierno argentino a realizar otro tipo de propuesta de pago, quizás un tanto más seria. Pero, la pandemia ha sumergido al presidente y a los gobernadores en la búsqueda de una salida al fenomenal problema del parate económico con las urgencias sanitarias. La agenda económica, que hasta pocos días se encontraba más que en un segundo plano subsumida por el temor de todos al Covid-19 y a su expansión sin control en el territorio, hoy emparda la partida.

La presión por la vuelta a la actividad económica, sobre la base de rígidos protocolos de cumplimiento obligatorio, por supuesto, es cada vez mayor y sube desde los municipios hacia las gobernaciones y de ahí a la Presidencia en un viaje directo y sin escalas. Es la que percibe el propio Suarez y que había interpretado, en un comienzo, como que sería un tema central a resolver cuando el país ingresaba en cuarentena. Sin embargo, el Gobierno mendocino optó por seguir –como la mayoría de las provincias– los lineamientos nacionales, pese a que hubo por parte de la Presidencia para que se presentasen, a nivel nacional, pedidos y propuestas para flexibilizar gradualmente los confinamientos.

La presencia de los gobernadores de la oposición en la conferencia de prensa del ministro Martín Guzmán y del presidente sobre la propuesta de canje de deuda, alimenta, claro está, el deseo y la intención de Suarez y de sus colegas de conseguir apoyo económico y de recursos, sin ningún tipo de reparos, en medio de la crisis sanitaria y, también, un aval, con responsabilidades compartidas, para ir hacia una suerte de cuarentena administrada, progresiva e inteligente para algunas actividades económicas y comenzar a aliviar en parte el crack económico que ha producido el coronavirus.

Como consecuencia de su viaje a Buenos Aires, Suarez espera que se confirme lo que sería otro tipo de canje con la Nación, en este caso, puramente político: a ese aval simbólico, con su presencia en Olivos, a la propuesta de pago del Gobierno argentino por la deuda, el gobernador espera que, en breve, la Nación permita un programa de salida de la cuarentena para aliviar las penurias en la Provincia. La fecha que aparece en el horizonte como clave, entonces, es la del domingo 26.